Bajo los picos volcánicos de la cordillera de las Cascadas, un descubrimiento sorprendente acaba de revelar un inmenso depósito de agua. Esta reserva, estimada en 81 mil millones de metros cúbicos, ¿podría satisfacer las crecientes necesidades de agua del oeste de Estados Unidos?
Los investigadores de la Universidad de Oregón han sacado a la luz un acuífero gigante, oculto bajo las rocas volcánicas de las Cascadas. Este descubrimiento, publicado en los Proceedings of the National Academy of Sciences, abre nuevas perspectivas sobre la gestión de los recursos hídricos en una región enfrentada a sequías recurrentes.
Vista del monte Rainier desde el noreste. Imagen Wikimedia
Una reserva de agua de proporciones impresionantes
El acuífero descubierto contiene casi tres veces la capacidad del lago Mead, el mayor embalse artificial de Estados Unidos. Esta agua, almacenada a más de un kilómetro de profundidad, circula a través de las fisuras de las rocas volcánicas. Los científicos utilizaron datos de perforaciones de los años 80 para mapear este recurso.
Sin embargo, esta reserva no es infinita. Su recarga depende principalmente de la nieve, un recurso amenazado por el calentamiento global. Las precipitaciones futuras, en forma de lluvia en lugar de nieve, podrían afectar la sostenibilidad de este acuífero.
Un paisaje moldeado por el agua y el fuego
La cordillera de las Cascadas, formada por millones de años de actividad volcánica, alberga paisajes variados. Los investigadores han estudiado cómo el agua interactúa con estas rocas volcánicas, influyendo tanto en los ecosistemas como en los riesgos geológicos.
El agua que se infiltra en profundidad puede tener un impacto significativo en la actividad volcánica. Cuando entra en contacto con el magma, se transforma en vapor, aumentando la presión y pudiendo desencadenar erupciones violentas. Esta interacción entre agua y magma subraya la importancia de estudiar las relaciones entre los sistemas hidrológicos y los procesos volcánicos.
Un descubrimiento gracias a datos antiguos
Los científicos han aprovechado perforaciones realizadas en los años 80 y 90, inicialmente destinadas a la búsqueda de energía geotérmica. Al analizar las temperaturas de las rocas a diferentes profundidades, identificaron zonas donde el agua infiltrada enfriaba las rocas en profundidad.
Este método permitió mapear la extensión del acuífero. Aunque las perforaciones no cubren toda la región, proporcionaron una estimación mínima del tamaño de esta reserva de agua, revelando su magnitud insospechada.
Un futuro incierto para este recurso precioso
Aunque esta reserva de agua es una bendición para la región, su uso requiere una gestión prudente. Los científicos insisten en la necesidad de estudios adicionales para evaluar su resiliencia frente a los cambios climáticos.
La disminución prevista del manto de nieve y el aumento de las sequías podrían comprometer la recarga del acuífero. Una serie de inviernos secos bastaría para poner en peligro este recurso, a pesar de su volumen impresionante.