🌕 Carrera a la Luna: China avanza, Estados Unidos se atasca

Publicado por Adrien,
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Mientras China acelera sus preparativos para alunizar, Estados Unidos se enfrenta a obstáculos imprevistos con su programa Artemisa. ¿Por qué esta carrera espacial está tomando un giro tan incierto?

El antiguo administrador de la NASA, Michael Griffin, expresó críticas severas durante una audiencia en el Congreso. Considera que la arquitectura actual de las misiones lunares está destinada al fracaso y presenta riesgos inaceptables para los astronautas. Según él, el plan seguido durante años carece de coherencia y podría retrasar el regreso estadounidense a la Luna.


Un rayo golpea un pararrayos alrededor del cohete Artemisa I de la NASA.
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El éxito de Artemisa 3, previsto para 2027, depende de un sistema de reabastecimiento en órbita no probado (ver la explicación al final del artículo). Requeriría hasta doce lanzamientos del cohete Starship de SpaceX, con riesgos de evaporación del combustible durante la espera. Griffin afirma que este enfoque es técnicamente inviable con los medios actuales y debería abandonarse para empezar desde cero.

Contrariamente a esta situación, el programa Apolo de los años 1960 realizaba misiones cada pocos meses. China, por su parte, sigue una estrategia estable a largo plazo, lo que le permite avanzar regularmente. Documentos internos de SpaceX, revelados por Politico, indican que el primer alunizaje tripulado podría no tener lugar antes de 2028.

La NASA atraviesa un periodo de turbulencias, con reducciones presupuestarias y pérdidas de personal. El administrador interino, Sean Duffy, criticó a SpaceX por sus retrasos y contempla abrir el contrato del módulo lunar a otras empresas, como Blue Origin. Esta inestabilidad programática contrasta con la constancia china, señalada por expertos durante la audiencia.

Si China llega primero a la Luna, podría establecer las normas de uso de los recursos lunares, una ventaja estratégica considerable. Griffin indica que el verdadero desafío es comprometerse de forma duradera con la exploración, de lo contrario Estados Unidos corre el riesgo de ceder el terreno espacial a otras potencias.


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Las decisiones tomadas hoy darán forma al futuro de la exploración espacial. La carrera a la Luna trasciende la simple competencia tecnológica para abordar cuestiones de liderazgo global y acceso a recursos extraterrestres.

El reabastecimiento en órbita


El reabastecimiento en órbita es una técnica que consiste en transferir combustible entre naves espaciales después del lanzamiento. Esto permite reducir la masa en el despegue y alcanzar destinos lejanos como la Luna o Marte. Sin embargo, este método es arduo y requiere encuentros precisos en microgravedad, con riesgos de fugas o evaporación del propelente.

Para Artemisa, SpaceX propone usar su cohete Starship para reabastecer un módulo lunar en órbita terrestre. Esto exige varios lanzamientos sucesivos, aumentando la probabilidad de incidentes. Además, las temperaturas extremas en el espacio pueden hacer hervir el combustible, volviéndolo inutilizable incluso antes de partir hacia la Luna.

Existen alternativas, como el desarrollo de propulsores más estables o sistemas de almacenamiento mejorados. Otras agencias espaciales exploran enfoques diferentes, pero ninguna ha demostrado aún una solución probada a gran escala.

Sin avances significativos, los proyectos lunares podrían retrasarse o necesitar arquitecturas más simples y menos ambiciosas. La innovación en este ámbito sigue siendo un obstáculo mayor para la industria espacial mundial.

La geopolítica del espacio


La conquista del espacio se ha convertido en un asunto geopolítico mayor, donde las naciones buscan afirmar su influencia. Llegar primero a la Luna en el siglo XXI permite definir normas internacionales para la explotación de recursos, como el agua o los minerales. Esto puede conferir una ventaja económica y estratégica duradera.

Históricamente, la carrera a la Luna estaba motivada por la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Hoy, China emerge como un competidor serio, con un enfoque planificado a largo plazo. Los acuerdos internacionales, como los tratados del espacio, intentan regular estas actividades, pero a menudo siguen siendo imprecisos.

Si una nación establece una presencia permanente en la Luna, podría controlar el acceso a ciertas zonas, influyendo en los futuros proyectos científicos y comerciales. Esto plantea interrogantes sobre la equidad y la cooperación en el espacio, con implicaciones para la paz y la seguridad globales.

Las elecciones realizadas ahora darán forma a las relaciones internacionales durante las próximas décadas. Una mayor colaboración podría evitar conflictos, pero la competencia actual muestra que los intereses nacionales a menudo prevalecen.