La alquimia medieval soñaba con transformar metales en oro. Hoy, la ciencia moderna ha logrado esta hazaña, pero ¿a qué precio?
Los alquimistas de la Edad Media buscaban desesperadamente crear oro a partir de metales comunes. Su búsqueda, aunque infructuosa, sentó las bases de lo que hoy sabemos sobre la transformación de los elementos. La filosofía de Zósimo de Panópolis, que veía en esta transformación una purificación del alma, dio paso a una comprensión más materialista con el paso de los siglos.
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La ciencia nuclear finalmente reveló que la transformación de los elementos era posible (la transmutación). Al manipular el número de protones en el núcleo de un átomo, los científicos pueden teóricamente cambiar un elemento por otro. Este descubrimiento marcó un hito en nuestra comprensión de la materia y sus constituyentes fundamentales.
Los experimentos realizados en el siglo XX demostraron que la transmutación no era solo un sueño. En 1941, científicos de Harvard lograron transformar mercurio en oro, aunque las cantidades producidas eran ínfimas, radiactivas e inestables. Estos avances abrieron el camino a investigaciones más profundas sobre la naturaleza de los átomos y las fuerzas que los gobiernan.
A pesar de estos éxitos científicos, la producción de oro en laboratorio sigue siendo una empresa poco rentable. Los costes asociados al uso de grandes aceleradores de partículas superan con creces el valor del oro producido. Esto no ha impedido que los investigadores sigan explorando los límites de la física nuclear y los estados extremos de la materia.
Los experimentos actuales, como los realizados en el Gran Colisionador de Hadrones, permiten comprender mejor el universo primigenio. Al recrear condiciones similares a las que existieron justo después del Big Bang, los científicos estudian la formación de los elementos y las fuerzas fundamentales que moldean nuestro Universo.
¿Cómo transforman los científicos un elemento en otro?
La transformación de un elemento en otro, o transmutación, se basa en la modificación del número de protones en el núcleo de un átomo. Este proceso requiere cantidades considerables de energía, a menudo proporcionadas por aceleradores de partículas.
Los aceleradores de partículas proyectan núcleos atómicos a velocidades cercanas a la de la luz. Durante las colisiones, estas partículas pueden arrancar protones o neutrones de los núcleos objetivo, cambiando así su identidad química.
Esta técnica ha permitido crear elementos artificiales y comprender mejor las reacciones nucleares. Sin embargo, la transmutación a gran escala sigue siendo actualmente inviable debido a los costes energéticos y las cantidades mínimas producidas.
¿Por qué el oro es tan escaso en el Universo?
El oro es un elemento relativamente escaso en el Universo debido a las condiciones extremas necesarias para su formación. La mayor parte del oro presente en la Tierra se creó durante colisiones de estrellas de neutrones, eventos cósmicos violentos y raros.
Estas colisiones liberan una energía colosal, permitiendo la fusión de neutrones y la formación de elementos pesados como el oro. Este proceso, conocido como nucleosíntesis, explica la distribución limitada del oro en el cosmos.
En la Tierra, el oro se ha concentrado en la corteza terrestre a lo largo de miles de millones de años. Su extracción es difícil y costosa, lo que contribuye a su valor y a su estatus de metal precioso.