¿Cómo nuestros ojos hacen invisibles los objetos rápidos? 👀

Publicado por Adrien,
Fuente: Nature Communications
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Nuestros ojos se mueven constantemente, aunque no seamos conscientes de ello. Estos movimientos rápidos, llamados sacadas, son esenciales para nuestra visión. Un estudio reciente revela cómo estas sacadas influyen en lo que vemos o no.

Las sacadas son movimientos muy rápidos de los ojos, que ocurren varias veces por segundo. Permiten que nuestros ojos pasen rápidamente de un punto a otro. Durante estos movimientos, nuestro cerebro "corta" brevemente la visión para evitar el desenfoque. Así, aunque nuestros ojos se muevan rápidamente, percibimos una imagen estable.


Cómo nuestra percepción visual se ve afectada por los movimientos oculares rápidos.
Crédito: Oleksii Voronin

Un estudio, publicado en Nature Communications, muestra que si un objeto se mueve más rápido de lo que nuestros ojos pueden seguir, se vuelve invisible para nosotros. Esta "invisibilidad" depende de la velocidad de nuestras sacadas, que varía según los individuos.

Este fenómeno explica por qué no vemos el desenfoque durante los movimientos rápidos de los ojos. Nuestro cerebro filtra la información durante estas sacadas para mantener una percepción clara.

Estos descubrimientos tienen implicaciones interesantes. Por ejemplo, los deportistas o los jugadores de videojuegos, que realizan sacadas más rápidas, podrían percibir detalles que otros pasan por alto. Esto abre nuevas perspectivas sobre cómo el movimiento de los ojos influye en nuestra percepción.

Martin Rolfs, autor principal del estudio, destaca que nuestra visión no depende solo de nuestros ojos, sino también de cómo los movemos. Comprender esta interacción entre movimiento y percepción podría cambiar nuestro enfoque sobre la visión.

¿Cómo maneja nuestro cerebro estos movimientos rápidos?


Para evitar el desenfoque durante las sacadas, nuestro cerebro sincroniza con precisión las señales visuales y motoras. Distingue los movimientos de nuestros ojos de los de los objetos a nuestro alrededor, suprimiendo así las imágenes no deseadas.

Además, el cerebro anticipa los efectos de las sacadas en la retina, estabilizando nuestra percepción a pesar de los constantes movimientos de los ojos. Esta capacidad de adaptación es esencial para actividades cotidianas como la lectura o la conducción.
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