Un equipo internacional acaba de identificar una nueva especie de terizinosaurio con garras impresionantes. Sus fósiles, excepcionalmente bien conservados, revelan una anatomía única en este grupo de dinosaurios.
Descubierto en 2012 pero sin estudiar durante años, este espécimen bautizado como
Duonychus tsogtbaatari intriga por sus manos reducidas a dos dedos. Publicado en
iScience, este trabajo arroja luz sobre la evolución poco conocida de estos herbívoros de apariencia similar a perezosos prehistóricos.
Un descubrimiento en tres dimensiones
Los fósiles, hallados en 2012 en la formación de Bayanshiree, incluyen elementos raros: brazos completos con sus garras, secciones de la pelvis y varias vértebras cervicales y dorsales. Su preservación tridimensional, excepcional para restos del Cretácico superior (-90 millones de años), permite estudiar estructuras anatómicas que normalmente quedan aplastadas en los sedimentos.
Como particularidad notable, las garras de 30 cm de largo conservan rastros de su vaina de queratina, material que suele degradarse durante la fosilización. Esta conservación ofrece a los investigadores una visión precisa de la morfología real de las garras, mucho más imponentes de lo que sugería el simple hueso subyacente. El análisis microscópico revela incluso estrías de desgaste características.
El espécimen, un individuo subadulto según los indicios de crecimiento óseo, debía medir 3 metros con un peso estimado de 270 kg. La calidad de los fósiles permitió a los científicos reconstruir con una precisión sin precedentes la articulación de las extremidades anteriores, revelando una movilidad y una fuerza insospechadas para esta especie herbívora.
Una adaptación sorprendente
La reducción a dos dedos distingue radicalmente a Duonychus de otros terizinosaurios, ya de por sí atípicos con sus tres garras. Esta singularidad sugiere una especialización alimentaria avanzada, quizá para agarrar vegetación resistente en un entorno semiárido. Los análisis biomecánicos indican que esta configuración duplicaba la fuerza de agarre respecto a especies de tres dedos.
Curiosamente, esta adaptación recuerda a la de los tiranosaurios, aunque estos linajes divergieron hace más de 100 millones de años. Los investigadores ven aquí un caso de evolución convergente: presiones ecológicas similares que generan soluciones anatómicas comparables. Las articulaciones rígidas de las muñecas, también observadas, confirman una adaptación a movimientos potentes de tracción.
El yacimiento de Bayanshiree, donde se halló el fósil, albergaba una fauna diversa: dinosaurios con pico, depredadores como Alectrosaurus y otros terizinosaurios. Esta coexistencia plantea interrogantes sobre el nicho ecológico preciso de Duonychus. Sus garras, potencialmente versátiles, podrían haber servido tanto para alimentarse como para defenderse o exhibirse.
Para saber más: ¿Por qué algunos dinosaurios perdían dedos?
Este fenómeno, llamado "reducción digital", aparece en varios linajes de terópodos. Suele resultar de una optimización evolutiva para funciones especializadas, como mayor fuerza de agarre o locomoción más eficiente. En terizinosaurios, esta adaptación podría vincularse a su transición hacia una dieta herbívora.
Estudios biomecánicos muestran que reducir el número de dedos aumenta la robustez de las extremidades anteriores. En Duonychus, dos dedos permitían una mejor transmisión de fuerzas al tirar de ramas. Esta configuración recuerda a la de los perezosos modernos, aunque se trate de una convergencia evolutiva independiente.
Curiosamente, esta tendencia se observa en varios grupos distintos: tiranosaurios, alvarezsáuridos y ahora terizinosaurios. Cada caso representa una respuesta adaptativa diferente a presiones ambientales específicas. El hallazgo de Duonychus confirma que esta evolución ocurrió múltiples veces en dinosaurios terópodos.
Esta reducción digital podría también relacionarse con mutaciones genéticas que afectan el desarrollo embrionario de las extremidades. Investigaciones sobre los genes Hox, responsables de la formación de los dedos, podrían esclarecer estos mecanismos evolutivos.