Investigadores de la Universidad de Stanford han arrojado luz recientemente sobre la naturaleza no lineal del envejecimiento biológico.
Contrario a la idea ampliamente aceptada de que nuestro cuerpo envejece de manera progresiva y uniforme, este estudio revela que el envejecimiento se caracteriza por dos periodos de cambios moleculares intensos, que ocurren en promedio alrededor de los 44 y 60 años. Estos descubrimientos abren nuevas perspectivas para entender cómo estas fases influyen en la salud y el riesgo de enfermedades relacionadas con la edad.
El equipo de Stanford, dirigido por Michael Snyder, siguió a un grupo de 108 personas de entre 25 y 75 años durante varios años.
Al analizar miles de moléculas y los microbiomas de estos participantes, los investigadores descubrieron que la mayoría de los cambios no se producen de manera gradual, sino que se concentran en momentos específicos. Notablemente, el 81 % de las moléculas estudiadas mostraron fluctuaciones importantes alrededor de las edades de 44 y 60 años. Estas variaciones afectan tanto a las moléculas relacionadas con el metabolismo, el sistema inmunológico, como a las enfermedades cardiovasculares.
Los primeros cambios importantes, alrededor de los 44 años, involucran notablemente el metabolismo de los lípidos y el alcohol, y están asociados con factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares. Este hallazgo es sorprendente porque implica que estos cambios ocurren tanto en hombres como en mujeres, y por lo tanto no están exclusivamente ligados a la menopausia como se podría haber imaginado. En cambio, los cambios observados alrededor de los 60 años están principalmente relacionados con la función inmunológica, el metabolismo de los carbohidratos y el declive de las funciones renales, lo que podría explicar el aumento en los riesgos de enfermedades graves a esta edad.
Estos resultados sugieren que nuestro envejecimiento biológico está influenciado por factores más allá del simple paso del tiempo. Los investigadores no descartan que factores relacionados con el estilo de vida, como el consumo de alcohol o el estrés, puedan también jugar un papel en estas transformaciones. Esto resalta la importancia de adoptar un estilo de vida saludable, especialmente alrededor de las edades de 40 y 60 años, para mitigar los efectos del envejecimiento.
El estudio de Stanford podría abrir el camino hacia nuevas estrategias de prevención y tratamiento de enfermedades relacionadas con la edad, enfocándose en estos momentos críticos de la vida. Sin embargo, queda por comprender mejor las causas precisas de estos cambios para poder anticiparlos y manejarlos eficazmente.