Todos sabemos que el riesgo de cáncer generalmente aumenta con la edad, pero ¿sabía usted que a una edad muy avanzada, esta tendencia podría invertirse? Un estudio reciente realizado en ratones revela mecanismos biológicos sorprendentes que podrían explicar este fenómeno contraintuitivo.
Los investigadores de la Universidad Stanford observaron que los ratones muy ancianos desarrollaban significativamente menos tumores pulmonares que sus congéneres más jóvenes. No solo los tumores eran menos numerosos, sino que también resultaban menos agresivos. Este descubrimiento cuestiona la idea preconcebida de que el envejecimiento solo aumentaría el riesgo canceroso. Monte Winslow, profesor asociado de genética y patología, expresa su asombro frente a estos resultados que contradicen las expectativas científicas tradicionales.
El estudio publicado en Nature Aging muestra que cuando los investigadores introdujeron las mismas mutaciones cancerosas en ratones jóvenes y ancianos, los animales más jóvenes desarrollaron tumores más numerosos y de crecimiento más rápido. Emily Shuldiner, autora principal del estudio, destaca que la mayoría de las investigaciones sobre el cáncer se realizan en animales jóvenes, lo que podría distorsionar nuestra comprensión de los mecanismos cancerosos en las personas mayores. Este enfoque innovador requirió una paciencia considerable, ya que los investigadores tuvieron que esperar casi dos años para que los ratones alcanzaran una edad avanzada antes de poder inducir el cáncer.
Las mediciones realizadas quince semanas después de la inducción del cáncer revelaron diferencias espectaculares. Los pulmones de los ratones jóvenes presentaban aproximadamente tres veces más tejido canceroso que los de los animales ancianos. Los tumores en los jóvenes no solo eran más numerosos sino también significativamente más voluminosos. Estas observaciones sugieren que el proceso de envejecimiento en sí mismo podría ejercer un efecto protector contra el desarrollo del cáncer, un concepto que abre nuevas perspectivas terapéuticas potenciales.
El estudio se interesó particularmente en el gen PTEN, un supresor de tumores cuya inactivación mostró efectos muy diferentes según la edad de los animales. En los ratones jóvenes, la desactivación de este gen provocaba un aumento espectacular del desarrollo tumoral, mientras que en los animales ancianos, el efecto era mucho menos marcado. Este descubrimiento sugiere que el impacto de las mutaciones genéticas y la eficacia de los tratamientos dirigidos a estas mutaciones podrían variar considerablemente en función de la edad de los pacientes.
Los ratones viejos desarrollan menos tumores pulmonares (rojos) y de menor tamaño que los animales jóvenes en un modelo de cáncer. Crédito: Emily Shuldiner
El análisis de las firmas genéticas reveló otro fenómeno intrigante: las células cancerosas de los ratones ancianos conservaban marcadores característicos del envejecimiento, incluso al dividirse rápidamente. Sin embargo, cuando el gen PTEN se inactivaba en estos animales ancianos, estas firmas de envejecimiento se volvían mucho menos pronunciadas. Dmitri Petrov, coautor sénior del estudio, considera la posibilidad emocionante de que el envejecimiento pueda tener aspectos beneficiosos que podríamos explotar para desarrollar mejores tratamientos anticancerosos.
Esta investigación pionera demuestra claramente que el envejecimiento puede reprimir la iniciación y el crecimiento tumoral, al mismo tiempo que modifica el impacto de la inactivación de los genes supresores de tumores. Destaca la importancia de desarrollar nuevos modelos animales que integren los efectos del envejecimiento, para reflejar mejor la realidad del cáncer en pacientes ancianos y mejorar el desarrollo de terapias más eficaces.
La paradoja del envejecimiento y el cáncer
El envejecimiento generalmente se percibe como un factor de riesgo para el cáncer, ya que la acumulación de mutaciones a lo largo del tiempo parece lógicamente aumentar la probabilidad de desarrollar tumores. Sin embargo, esta visión simplista no da cuenta de la complejidad de los procesos biológicos. Las investigaciones recientes revelan que a una edad muy avanzada, el organismo podría desarrollar mecanismos de protección que contrarresten los efectos nefastos de la acumulación mutacional.
Estos mecanismos protectores podrían incluir cambios en el entorno celular y tisular que dificultan el crecimiento de los tumores. Por ejemplo, las modificaciones de la matriz extracelular o la alteración de las señales de comunicación entre células podrían crear un medio menos favorable al desarrollo canceroso. Estas transformaciones relacionadas con la edad podrían explicar por qué, después de cierto umbral, el riesgo de cáncer deja de aumentar.
La comprensión de esta paradoja abre perspectivas terapéuticas innovadoras. Si logramos identificar los procesos biológicos responsables de esta protección natural en las personas muy ancianas, podríamos potencialmente reproducirlos en pacientes más jóvenes. Este enfoque representaría una nueva estrategia en la lucha contra el cáncer, basada en la explotación de los mecanismos naturales de defensa del organismo.