El corazón de esta galaxia contiene no uno, sino dos agujeros negros supermasivos

Publicado por Adrien,
Fuente: The Astrophysical Journal
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A 4 mil millones de años luz de nosotros, una galaxia activa recientemente iluminó el cielo de una manera espectacular. OJ 287, conocida por su núcleo extremadamente brillante, esconde en realidad un fenómeno raro e intrigante: un sistema binario de agujeros negros en interacción violenta. Una observación reciente revela que uno de los agujeros negros atravesó el disco de acreción del otro, generando brevemente un doble cuásar.


Representación artística de los chorros de los dos cuásares en el corazón de la galaxia blazar OJ 287.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (IPAC) y M. Mugrauer (AIU Jena)

Un cuásar representa el núcleo extremadamente activo de una galaxia lejana, alimentado por un agujero negro supermasivo que devora materia a un ritmo frenético. Una parte de esta materia es expulsada en dos potentes chorros opuestos a una velocidad cercana a la de la luz. Cuando estos chorros están orientados hacia la Tierra, observamos un blazar, cuyo brillo es particularmente intenso.

OJ 287 es uno de los blazares más cercanos, visible con grandes telescopios amateur. Observaciones históricas muestran que cada 12 años, su brillo aumenta significativamente. En 2014, Pauli Pihajoki, doctoral en la Universidad de Turku, sugirió que esta variación era causada por la presencia de un segundo agujero negro, menos masivo, en órbita alrededor del principal. Esta interacción perturbaría periódicamente el disco de acreción, generando erupciones de materia.

En noviembre de 2021, el satélite TESS de la NASA abandonó temporalmente sus búsquedas de exoplanetas para observar OJ 287. Se le unieron los telescopios Swift y Fermi, así como varios observatorios terrestres. El 12 de noviembre, TESS observó un estallido de luminosidad durante 12 horas, atribuido a un chorro producido por el segundo agujero negro. Esta erupción liberó tanta energía como 100 galaxias al mismo tiempo.

Este descubrimiento permite confirmar las masas de los agujeros negros: 18,35 mil millones de masas solares para el principal y 150 millones para el secundario. Esta observación, la primera de su tipo, abre la puerta a la detección de muchos otros sistemas binarios similares. Además, estos agujeros negros emiten ondas gravitacionales de baja frecuencia, detectables por las redes de cronometraje de púlsares.

Estos sistemas binarios juegan un papel crucial en el crecimiento de los agujeros negros supermasivos. Durante su fusión, generan ondas gravitacionales. Aunque estas ondas son demasiado débiles para ser detectadas por LIGO, el futuro detector espacial LISA podría captar estos señales. Los resultados de estas observaciones se publicaron el 11 de junio en The Astrophysical Journal.
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