Los edulcorantes artificiales comunes podrían causar daños serios a tu intestino, advierten los científicos. Además, según nuevas investigaciones, estos aditivos podrían enfermar a las bacterias intestinales inicialmente sanas.
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Desde la década de 1970, seis de estos sustitutos sin azúcar han sido aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, siendo el aspartamo el primero en 1974. En Francia, el aspartamo fue autorizado en 1988 y su uso como edulcorante en 1994. Aunque estos aditivos son ampliamente considerados como seguros, estudios han encontrado cada vez más que el aspartamo y el sucralosa, en particular, podrían estar vinculados a una serie de problemas de salud, incluyendo la diabetes tipo 2, la obesidad, el cáncer y la alteración del microbioma intestinal.
Sin embargo, se han realizado muchas menos investigaciones sobre los efectos secundarios potenciales de algunos de los edulcorantes artificiales más nuevos en el mercado.
Un estudio publicado en la revista Frontiers in Nutrition por investigadores de la Universidad de Anglia Ruskin en el Reino Unido reveló que el neotame, un edulcorante de esta "nueva generación" marcado como "E961" en la etiqueta de nuestros alimentos, podría dañar directamente la pared del intestino y las "buenas" bacterias que residen en nuestros intestinos. Los investigadores encontraron que la exposición al neotame causaba un aumento en la muerte celular y la permeabilidad de las paredes intestinales. Además, provocaba en las bacterias intestinales normalmente inofensivas comportamientos que podrían causar enfermedades, como la formación de biofilms y la adhesión a las células de la pared intestinal.
El neotame fue aprobado por la FDA en 2002. La autoridad europea de seguridad alimentaria (EFSA) concluyó en 2010 que era seguro. Desde entonces, su uso ha sido autorizado en más de 35 países. Siendo de 7,000 a 13,000 veces más dulce que el azúcar de mesa, se utiliza en diversos productos, incluyendo bebidas, alimentos y chicles. Sin embargo, según los resultados de esta investigación, esta dulzura esconde efectos potencialmente dañinos para la salud, que podrían llegar a conducir al síndrome de intestino irritable y a la septicemia.