Vista artística
El secreto de este fluido yace en sus pequeñas esferas de silicona, con tamaños que varían de 50 a 500 micrones, que se doblan bajo presión. Esta característica permite al metafluido cambiar de un estado a otro, modificando así su viscosidad, su transparencia, e incluso su naturaleza, oscilando entre un fluido newtoniano y no newtoniano.
Este trabajo, publicado en Nature, se basa en una técnica de fabricación a gran escala desarrollada en el laboratorio de David A. Weitz. La manipulación de la presión dentro del líquido deforma estas cápsulas, convirtiéndolas en semiesferas que, una vez retirada la presión, recuperan su forma original. Este fenómeno influye directamente en la viscosidad y la opacidad del fluido.
Adel Djellouli, autor principal del estudio, destaca el inmenso potencial de esta tecnología, capaz de introducir inteligencia en sistemas previamente estáticos, como se demostró con un dispositivo robótico capaz de manipular objetos de distintos pesos y fragilidades sin programación externa.
Más allá de la robótica, las propiedades ópticas del metafluido abren horizontes para aplicaciones tales como las tintas electrónicas, capaces de cambiar de color.
La transición del metafluido entre estados newtonianos y no newtonianos en función de la fuerza de cizalladura es un hito, ampliando su abanico de aplicaciones potenciales. El equipo de investigación, dirigido por Katia Bertoldi, planea ahora explorar las propiedades acústicas y termodinámicas de su descubrimiento.
Harvard está explorando actualmente las posibilidades de comercialización, lo que demuestra el interés en esta innovación.