Es un planeta tan joven que desafía nuestros modelos científicos. TIDYE-1b, descubierto recientemente, podría reescribir las leyes de la formación de mundos estelares. Este objeto fuera de lo común ya está captando la atención de astrónomos de todo el mundo.
Con solo tres millones de años de edad, TIDYE-1b se encuentra en la nube molecular de Tauro, a 430 años luz de la Tierra. Para ponerlo en perspectiva, nuestro planeta tiene 4,5 mil millones de años. Esta precocidad ofrece una oportunidad única para comprender las etapas de la formación planetaria.
Descubierto por la misión TESS de la NASA gracias al método de tránsitos, TIDYE-1b fue revelado por la inusual deformación del disco protoplanetario que lo rodea. Este campo de gas y polvo, que normalmente está alineado alrededor de las estrellas jóvenes, aparece inclinado de manera caótica en las observaciones, lo que ha permitido a los astrónomos detectar la presencia de este joven mundo a pesar de los obstáculos.
Los científicos todavía debaten las causas de esta inclinación. Algunos sugieren una interacción con una estrella vecina o un flujo repentino de materia circundante. Otros plantean que el planeta podría haber migrado hacia una órbita más favorable para su observación. Estas hipótesis reflejan lo inédito de esta configuración cósmica.
TIDYE-1b no es un gigante gaseoso típico como Júpiter, a pesar de compartir un diámetro similar. Su masa, que es solo un tercio de la de Júpiter, la clasifica entre los mundos ligeros y sugiere que podría evolucionar hacia una súper-Tierra o un mini-Neptuno. Estos tipos de planetas, inexistentes en nuestro Sistema Solar, sin embargo, abundan en la Vía Láctea.
El profesor Andrew Mann, de la Universidad de Carolina del Norte, destaca que la configuración atípica de TIDYE-1b desafía las teorías actuales. Normalmente, los planetas nacen en entornos estables y planos. Aquí, parece haber reinado el caos, lo que sugiere que los sistemas exoplanetarios muy diferentes al nuestro podrían ser numerosos.
Otro dato notable es que TIDYE-1b orbita su estrella en tan solo nueve días. Esta órbita cercana podría ser un elemento clave de su rápido desarrollo, un fenómeno raramente observado en sistemas estelares tan jóvenes.
Este descubrimiento confirma que los planetas pueden emerger mucho antes de que su estrella alcance los 10 millones de años, la edad usualmente aceptada para observar cuerpos celestes. Un hecho que amplía nuestra comprensión de los mecanismos de formación en el Universo.
Mientras la ciencia reflexiona, TIDYE-1b abre el camino a nuevas exploraciones. Su estudio podría arrojar luz sobre la diversidad de los mundos exoplanetarios y, quizás, ofrecer un espejo de nuestras propias orígenes cósmicos.
¿Qué es un método de tránsitos?
El método de tránsitos es una técnica astronómica utilizada para detectar exoplanetas observando su paso frente a su estrella anfitriona. Cuando un planeta transita, bloquea una pequeña parte de la luz de la estrella, causando una disminución temporal en su brillo.
Esta disminución, regular y medible, permite a los científicos calcular varias características del planeta, como su diámetro o la distancia a su estrella. Cuanto más marcado sea el tránsito, más grande será el planeta o más cerca estará de su estrella.
Es un método indirecto que no revela el planeta en sí, sino sus efectos. Desde 2009, misiones como Kepler o TESS utilizan esta técnica para identificar miles de exoplanetas.
Las limitaciones del método residen en su ángulo de observación. Si la órbita de un planeta no pasa frente a su estrella vista desde la Tierra, no habrá tránsito desde nuestro punto de vista.