Los robots ahora pueden moverse gracias... a los hongos. Un proyecto ambicioso mezcla biología y robótica para dar lugar a una nueva generación de dispositivos autónomos.
Debajo de los circuitos electrónicos, el micelio, la estructura subterránea de los hongos, cumple el rol de controlador. Una idea sorprendente, pero con alto potencial.
El equipo de la Universidad de Cornell ha ideado robots biohíbridos capaces de responder a su entorno, no mediante circuitos convencionales, sino utilizando las señales eléctricas naturales generadas por el micelio. Una verdadera innovación en el campo de las interfaces biológicas.
El micelio puede captar diversas señales físicas y químicas, interpretarlas y generar una respuesta en forma de pulsos eléctricos. Esta red funciona de manera similar al sistema nervioso humano, lo que lo hace particularmente adecuado para comunicarse con componentes electrónicos. Los investigadores desarrollaron una interfaz eléctrica especializada capaz de registrar en tiempo real la actividad electrofisiológica del hongo. Estos datos luego se convierten en instrucciones digitales que se utilizan para controlar los actuadores del robot.
Dos prototipos han visto la luz: un robot flexible con patas, que se asemeja a una araña, y un robot sobre ruedas. En los primeros experimentos, ambos dispositivos se movieron en respuesta a las señales del micelio, demostrando la eficacia de este nuevo modo de control.
Para perfeccionar su funcionamiento, los investigadores probaron la reacción de los hongos a la luz ultravioleta. El resultado: una modificación instantánea en el movimiento de los robots. Una manipulación aún más avanzada permitió controlar completamente los robots al influir en las señales del hongo.
Hasta la fecha, solo la luz se ha utilizado como estímulo en los experimentos realizados. ¡Pero el hongo es capaz de generar señales diversas en función de muchas otras fuentes! Este es el caso, por ejemplo, de la presión, el calor o de manera más general, las firmas químicas. Con un campo de aplicación tan amplio, este sistema podría transformar nuestra agricultura. Esta tecnología permitiría, por ejemplo, monitorear la química del suelo y ajustar el suministro de fertilizantes en tiempo real. Una solución prometedora frente a las actuales consideraciones ambientales.
La alianza entre biología y robótica va más allá del simple campo de la investigación. Abre el camino para máquinas capaces de percibir y reaccionar a entornos complejos, haciendo así la tecnología más adaptable e inteligente.