En un tronco hueco del bosque de Guanacaste, se siguió a una familia compuesta por dos adultos y dos jóvenes durante tres meses con una cámara infrarroja. Los investigadores registraron 502 secuencias, de las cuales 73 revelaron interacciones sociales variadas. Estas imágenes permitieron identificar ocho tipos de comportamientos, desde el juego hasta el compartir alimentos.
El acicalamiento mutuo, las vocalizaciones suaves y los gestos de bienvenida marcaban la vida diaria del grupo. Cada regreso de caza daba lugar a un saludo donde las alas se entrelazaban. Estos contactos frecuentes contribuyen al mantenimiento de los lazos familiares y refuerzan la cohesión del grupo.
Los momentos de descanso ofrecÃan la escena más sorprendente: los animales se dormÃan en una bola compacta, hocico contra hocico, cada individuo envolviendo a su vecino con un ala. Esta organización, descrita como una "bola de abrazos", refleja un apego emocional raramente documentado en mamÃferos carnÃvoros.
La presencia simultánea de dos jóvenes de edades diferentes confirmó una inversión parental prolongada. Los adultos permanecÃan con sus crÃas mucho más tiempo de lo que se pensaba para esta especie. Esta continuidad subraya una estrategia de educación paciente y coordinada.