Una perspectiva médica inesperada surge de los laboratorios japoneses, donde un enfoque cuanto menos insólito para la administración de oxígeno acaba de superar una etapa significativa. Este método, inspirado en mecanismos biológicos observados en la naturaleza, se basa en el uso de las paredes intestinales como interfaz de intercambio gaseoso. Los primeros ensayos clínicos acaban de revelar la inocuidad de este procedimiento en voluntarios sanos, abriendo el camino a potenciales aplicaciones terapéuticas para pacientes con dificultad respiratoria.
El concepto científico subyacente, denominado ventilación enteral, podría constituir una alternativa a las técnicas convencionales de soporte respiratorio. Su principio activo utiliza un líquido con propiedades fisicoquímicas particulares, capaz de fijar cantidades importantes de oxígeno. El objetivo terapéutico es permitir que este gas vital atraviese la mucosa rectal para llegar a la circulación sanguínea, evitando así las vías aéreas superiores cuando estas se vuelven deficientes.
Una inspiración venida del mundo animal
Varias especies acuáticas han desarrollado capacidades respiratorias intestinales para sobrevivir en entornos pobres en oxígeno. Las lochas, peces de agua dulce, pueden así tragar aire en la superficie y extraer el oxígeno a través de su tubo digestivo. Algunas tortugas de agua dulce utilizan también su cloaca para realizar intercambios gaseosos bajo el agua. Estas observaciones han proporcionado a los investigadores pistas serias para explorar vías respiratorias alternativas en los mamíferos.
La mucosa intestinal humana presenta características anatómicas favorables para este tipo de intercambio. Fina y ricamente vascularizada, normalmente permite la absorción de nutrientes y de ciertos medicamentos. Los científicos han planteado la hipótesis de que esta membrana podría también dejar difundir moléculas de oxígeno hacia los capilares sanguíneos. Trabajos anteriores en modelos porcinos habían validado este principio, demostrando la posibilidad de oxigenar la sangre por esta vía no convencional.
El líquido empleado en estas investigaciones, la perfluorodecalina, posee una afinidad excepcional por los gases respiratorios. Este compuesto puede disolver hasta cincuenta veces más oxígeno que el agua, creando así un gradiente de concentración favorable a su difusión pasiva a través de los tejidos. Ya aprobado para ciertos usos médicos, este producto ofrece la ventaja de ser biológicamente inerte y no absorbido por el organismo.
Primeros resultados en el ser humano
El ensayo clínico preliminar incluyó a 27 voluntarios masculinos sanos. Los participantes recibieron diferentes cantidades de perfluorodecalina no oxigenada (entre 0,25 y 1,5 litros), que debía conservarse durante 60 minutos en su recto. Esta fase inicial tenía como objetivo exclusivo evaluar la tolerancia local y sistémica del procedimiento, sin medir la eficacia de los intercambios gaseosos. El protocolo experimental aumentó cuidadosamente los volúmenes administrados para identificar posibles efectos adversos.
Entre los participantes, 20 soportaron la totalidad de la duración prevista, incluidos aquellos que recibieron los volúmenes más importantes. Las observaciones clínicas no revelaron ninguna modificación de los parámetros vitales durante la experimentación. Los investigadores no obstante notaron la aparición de sensaciones de hinchazón abdominal y malestar en los sujetos que recibieron los mayores volúmenes, sin constatar sin embargo reacciones adversas severas.
Los investigadores subrayan el carácter preliminar de estos datos en las columnas de la revista 
Med. Indican que esta primera etapa valida únicamente el aspecto de seguridad del método en sujetos sanos. La demostración de su eficacia para mejorar la oxigenación sanguínea necesitará investigaciones complementarias utilizando la versión oxigenada del líquido. Estos resultados abren sin embargo una vía prometedora para el desarrollo de este enfoque terapéutico.