Una sustancia negra y maleable, masticada y luego abandonada o fijada en objetos en las orillas de lagos alpinos hace seis milenios, abre hoy una ventana inesperada sobre la organización social de las primeras comunidades de Europa. Estos trozos de brea de abedul, que muestran marcas evidentes de masticación humana, conservan en su textura las huellas biológicas de quienes los utilizaron como una primitiva goma de mascar.
El análisis exhaustivo de estos artefactos, en particular de las huellas dentales y de la saliva atrapada en el material, revela ahora información valiosa sobre la distribución de tareas entre hombres y mujeres en el Neolítico. Un equipo de investigación internacional examinó 30 muestras arqueológicas, varias de las cuales presentaban rastros característicos de mordeduras, procedentes de nueve yacimientos diferentes en la región alpina. Su metodología cruzada combina análisis químico y secuenciación de ADN antiguo para reconstruir las prácticas cotidianas de estas poblaciones.
a) Mapa que localiza los nueve yacimientos arqueológicos de donde proceden los artefactos analizados. b) Tipos de artefactos estudiados: trozos de brea de abedul masticados, utilizados para enmangar o para reparar recipientes de cerámica o madera. c) Períodos de ocupación aproximados (en años a.C.) de los yacimientos estudiados. Fotos: Theis Z.T. Jensen.
La memoria molecular de la brea de abedul
La conservación excepcional de los materiales biológicos en el alquitrán de corteza de abedul permite identificar los orígenes de las personas que utilizaron esta sustancia. Los investigadores detectaron ADN humano en 19 muestras, con calidad suficiente para determinar el sexo de los individuos en varios casos. Esta notable preservación se explica por las propiedades impermeables y antibacterianas naturales del material.
El estudio de los residuos orgánicos atrapados en la materia aporta información sobre la alimentación y el entorno de estas comunidades. Los científicos identificaron rastros de cebada, trigo, guisantes y avellana, que evidencian las prácticas agrícolas de esa época. La presencia de ADN de amapola plantea preguntas sobre su uso alimentario o medicinal.
Las marcas dentales visibles en doce de las muestras confirman la masticación de esta sustancia. Las motivaciones de esta práctica posiblemente incluyen sus virtudes medicinales, el mantenimiento de la higiene bucal o la necesidad de ablandar el material antes de su uso. El descubrimiento de microbios bucales específicos respalda esta hipótesis.
Una distribución de actividades por género
El examen de los artefactos mostró una distribución diferenciada según el sexo en el uso de la brea. Las muestras encontradas en herramientas de piedra, que servían para fijar mangos de madera, presentaban exclusivamente marcadores masculinos. Esta observación muestra una especialización de los hombres en el ámbito de la fabricación y uso de herramientas de corte.
Por el contrario, los rastros de brea utilizados para reparar cerámica presentaban sistemáticamente firmas genéticas femeninas. Esta distribución indica probablemente una atribución de las tareas de reparación y mantenimiento de recipientes a las mujeres. La distinción aparece claramente en el análisis de los diferentes tipos de objetos.
La presencia de ADN femenino y masculino en los trozos masticados indica que esta práctica no estaba reservada a un solo sexo. Sin embargo, la finalidad del uso del material después de la masticación parece haber seguido una organización social estructurada. Este descubrimiento ofrece una visión única de la división del trabajo en estas sociedades antiguas.
Para saber más: ¿Qué es la brea de abedul?
La brea de abedul representa la primera sustancia sintética creada por el hombre. Su producción requiere una transformación por calentamiento de la corteza de abedul en ausencia de oxígeno. Este proceso técnico complejo aparece ya en el Paleolítico medio.
Esta materia posee propiedades adhesivas e impermeables notables. Las comunidades neolíticas la utilizaban como pegamento para el enmangado de herramientas, la impermeabilización de recipientes y la reparación de cerámicas. Su composición química le confiere una gran estabilidad en el tiempo.
La sustancia contiene naturalmente compuestos con efectos antisépticos. Algunas hipótesis sugieren su uso para aliviar dolores dentales o como desinfectante bucal. Su masticación también podía servir para ablandar la materia antes de su aplicación.