Los microplásticos no se limitan a contaminar nuestros océanos. También podrían acelerar la resistencia de las bacterias a los antibióticos, según un reciente estudio.
Investigadores descubrieron que los microplásticos favorecen el desarrollo de resistencias a los antibióticos en
E. coli, incluso en ausencia de medicamentos. Este estudio, publicado en
Applied and Environmental Microbiology, muestra que las partículas de plástico actúan como catalizadores de la resistencia antimicrobiana.
El equipo probó varios tipos de plástico, incluidos el poliestireno y el polietileno, para evaluar su impacto en
E. coli. Los resultados indican un rápido aumento de la resistencia a cuatro antibióticos principales en solo unos días. Esta resistencia persiste incluso después de eliminar los microplásticos.
Las implicaciones de estos hallazgos son amplias, destacando la urgencia de reducir la contaminación plástica. La resistencia inducida por los microplásticos podría volver ineficaces tratamientos antibióticos esenciales.
¿Cómo influyen los microplásticos en la resistencia a los antibióticos?
Los microplásticos sirven de soporte a las bacterias, creando un entorno propicio para el intercambio de genes de resistencia. Este fenómeno, conocido como transferencia horizontal de genes, se ve facilitado por la proximidad de las bacterias en las superficies plásticas.
La formación de biopelículas sobre los microplásticos protege a las bacterias de los estrés ambientales, incluidos los antibióticos. Estas biopelículas actúan como una barrera física y química, reduciendo la eficacia de los tratamientos.
Los microplásticos también pueden absorber contaminantes orgánicos, creando condiciones que favorecen la selección de bacterias resistentes. Esta interacción entre plásticos y contaminantes amplifica el riesgo de resistencia antimicrobiana.
¿Por qué persiste la resistencia después de eliminar los microplásticos?
La resistencia adquirida por las bacterias puede codificarse en su ADN, convirtiéndose en una característica estable de su genoma. Esta modificación genética permite a las bacterias mantener su resistencia incluso sin la presión selectiva inicial.
Las bacterias también pueden transmitir estos genes de resistencia a otras bacterias, incluidas aquellas no expuestas a microplásticos. Este mecanismo de intercambio genético acelera la propagación de la resistencia en poblaciones bacterianas.
Finalmente, las condiciones ambientales estresantes, como la presencia de microplásticos, pueden activar mecanismos de reparación y mutación del ADN en bacterias. Estas mutaciones pueden incluir rasgos de resistencia que persisten a largo plazo.