Conducir un vehículo eléctrico no significa necesariamente ser ecológico en términos de emisiones de carbono. Esta idea surge de un estudio realizado en Finlandia. La causa: el perfil típico de los propietarios de estos coches, que tienden a consumir más que la media.
Este estudio, publicado en PLOS Climate, analizó las respuestas de 3,857 personas que participaron en el cuestionario CLIMATE NUDGE. Esta encuesta buscaba entender las elecciones de vida de los finlandeses y sus opiniones sobre los vehículos eléctricos (VE). Resulta que los propietarios de VE son, en promedio, más ricos y mejor educados.
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Una de las conclusiones más llamativas de este estudio es que, a pesar de la compra de un vehículo menos contaminante, estos propietarios no logran reducir su huella de carbono. ¿Por qué? Porque sus hábitos de consumo global son mucho más energéticamente intensivos que los de otros conductores.
El estudio destaca que estas personas recorren en promedio más kilómetros por año, y eso no es todo. Usan más electricidad, a menudo proveniente de centrales de carbón, y compran más bienes, cuya fabricación genera emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de las innegables ventajas de los VE, los investigadores concluyen que esto no es suficiente para compensar la huella de carbono más amplia de las clases acomodadas. Esto pone de relieve una realidad a menudo olvidada: el consumo de energía no se limita al uso de un coche.
El equipo, compuesto por psicólogos y un economista, insiste en otro punto: la transición hacia los VE, aunque esencial, debe ir acompañada de cambios más globales en los comportamientos de consumo para reducir realmente las emisiones. De hecho, los autos eléctricos eliminan las emisiones directas de gases de efecto invernadero durante la conducción, pero su impacto debe evaluarse en un contexto más amplio. La producción de estos vehículos y su recarga siguen dependiendo en parte de energías fósiles.
Así, este estudio invita a repensar nuestro enfoque hacia la movilidad sostenible. No es solo el coche lo que debe evolucionar, sino todos los hábitos de consumo vinculados al estilo de vida. Los investigadores hacen un llamamiento a una toma de conciencia colectiva.
¿Qué es la huella de carbono?
La huella de carbono es una medida de la cantidad total de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero emitidos directa o indirectamente por las actividades humanas. Se expresa en toneladas de CO2 equivalente (CO2e) e incluye las emisiones relacionadas con el consumo de energía, los desplazamientos, la producción de bienes y servicios, así como el uso de recursos naturales.
La huella de carbono no se limita a las emisiones directas como las de los coches o las industrias. También tiene en cuenta las emisiones indirectas generadas por la fabricación de productos, su transporte e incluso su reciclaje. Por ejemplo, producir electricidad para recargar un vehículo eléctrico puede generar emisiones si esta electricidad proviene de fuentes no renovables como las centrales térmicas de carbón.
Este concepto es esencial para comprender el impacto de los modos de vida modernos en el calentamiento global. Cuanto mayor sea el consumo de energía y recursos, mayor será la huella de carbono. El objetivo es, por lo tanto, reducir esta huella para mitigar los efectos del cambio climático.