Estos forman un raro patrón geométrico, sin equivalente conocido. Algunos especialistas los asocian con representaciones arquitectónicas cercanas a las pirámides. Esta singularidad ha llevado a los investigadores a privilegiar una conservación estricta, en detrimento de una identificación formal. Más de un siglo después de su descubrimiento, Bashiri sigue siendo así uno de los vestigios más enigmáticos del Egipto antiguo.
The Egypt Museum
Los análisis llevados a cabo hasta ahora se basan únicamente en métodos no invasivos. Exámenes mediante rayos X y tomografía han permitido estimar que el difunto era un hombre adulto, de aproximadamente 167 cm, que vivió en la época ptolemaica, alrededor del siglo II o principios del III a.C. Sin embargo, estos datos siguen siendo fragmentarios. El estado de las vendas impide toda manipulación directa, lo que limita el acceso a los posibles objetos funerarios e inscripciones susceptibles de revelar su identidad y estatus preciso.
Esta elección metodológica se inscribe en una evolución reciente de la arqueología egipcia. Desde hace unos años, los investigadores privilegian cada vez más las técnicas no destructivas, con el fin de preservar vestigios considerados únicos. En 2025, varios descubrimientos en Egipto se basaron en imágenes avanzadas, en particular para cartografiar estructuras internas de pirámides o analizar tumbas selladas. El caso de Bashiri se enmarca en esta tendencia, donde la protección del patrimonio prima sobre la exploración intrusiva, incluso cuando las expectativas científicas son elevadas.
Los estudios realizados sobre las resinas y tejidos de momificación han permitido identificar mezclas, a veces asociadas a rituales específicos o a categorías sociales particulares. La riqueza y precisión del envoltorio de Bashiri suponen un individuo de alto rango, tal vez vinculado a una función religiosa o administrativa. Sin embargo, a falta de inscripciones claramente legibles, estas hipótesis siguen siendo prudentes y abiertas.
Los progresos tecnológicos alimentan no obstante la esperanza de nuevos avances. Herramientas de imagen de mayor resolución, combinadas con inteligencia artificial, empiezan a utilizarse para reconstituir virtualmente capas internas sin contacto físico. Estos enfoques se están probando actualmente en otras momias y sarcófagos. Aplicadas a Bashiri, podrían permitir leer fragmentos de textos, visualizar amuletos o afinar el análisis anatómico, manteniendo a la vez la integridad del sudario.
Conservada en el Museo Egipcio de El Cairo, la momia Bashiri se ha convertido en un símbolo de los dilemas contemporáneos de la egiptología. Encarna la tensión entre la búsqueda de conocimientos y la necesidad de preservar testigos insustituibles del pasado.