El hallazgo reciente de un fósil de pez antiguo en Polonia, inicialmente descubierto en 1957, ha revolucionado nuestra comprensión de los primeros vertebrados con mandíbulas. Nombrado Alienacanthus por su apariencia única, este pez prehistórico vivió durante el periodo del Devónico, hace entre 419 y 358,9 millones de años, en una época en la que la Tierra estaba dividida en dos supercontinentes.
La reinterpretación de este espécimen reveló una característica sorprendente: una extensión inicialmente considerada como espinas dorsales es en realidad una mandíbula inferior extremadamente alargada, dotada de dientes, constituyendo así uno de los ejemplos más extremos de prognatismo (desalineación de ambas mandíbulas) jamás registrados.
El antiguo pez gigante Alienacanthus poseía un pronunciado prognatismo inferior. Crédito: Ilustración del artista cortesía de Beat Scheffold y Christian Klug
El Alienacanthus pertenece a los placodermos, un grupo de peces blindados que figuran entre los primeros vertebrados con mandíbulas conocidos. Este descubrimiento resalta la capacidad de Alienacanthus para migrar a través de los océanos a pesar de las fluctuaciones del nivel del mar, con especímenes encontrados tanto en las montañas de Polonia central como de Marruecos. Esto testimonia su presencia en ambos lados del supercontinente.
El análisis de los cráneos casi completos encontrados en la cadena del Anti-Atlas en Marruecos ha permitido comprender que el largo apéndice saliente de la cabeza de Alienacanthus era en realidad su mandíbula inferior, dos veces más larga que el cráneo mismo. Esta característica única implicaba una mecánica de la mandíbula diferente a la de sus congéneres placodermos, permitiendo cierta movilidad de las mandíbulas superiores para acomodar el pronunciado prognatismo inferior.
Los investigadores, al comparar Alienacanthus con especies modernas de mandíbulas desiguales como el pez espada, han elaborado tres hipótesis principales sobre la utilidad de este prognatismo inferior: para atrapar presas vivas, para desorientar o herir a las presas, o para filtrar los sedimentos en el fondo del océano. La primera hipótesis, basada en la disposición de los dientes que impiden que la presa se escape una vez capturada, parece la más plausible.
Este descubrimiento ilustra la sorprendente diversidad de formas y proporciones de las mandíbulas durante el Devónico tardío, un periodo marcado por una evolución notable de la morfología de los vertebrados. Los investigadores continúan estudiando Alienacanthus para comprender mejor la mecánica de su mandíbula y el aspecto general de su cuerpo, aclarando así un error de interpretación de varias décadas.