¿El alcohol es realmente un revelador de la verdad? Esta creencia popular, bien arraigada en el imaginario colectivo, a menudo se presenta con el adagio latino "In vino veritas". Pero, ¿resiste esta afirmación la prueba de los hechos?
En realidad, los efectos del alcohol sobre la honestidad son complejos y ambiguos. Aunque es innegable que el alcohol puede liberar el habla, no garantiza que lo que se diga refleje una verdad profunda. Los expertos, como Aaron White, del National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism en Estados Unidos, señalan que el alcohol nos hace más propensos a expresar lo que tenemos en mente, sea verdadero o no.
Así, bajo la influencia del alcohol, es común decir cosas que no diríamos normalmente, ya sean verdades reprimidas o ideas confusas propias del estado de embriaguez. Por ejemplo, las promesas ambiciosas hechas después de algunas copas pueden retractarse rápidamente una vez que la mente se aclara.
Aunque pocos estudios se centran directamente en la honestidad bajo los efectos del alcohol, investigaciones muestran que el alcohol altera la personalidad y las emociones. Un estudio de 2017 publicado en
Clinical Psychological Science reveló que las personas se vuelven más extrovertidas después de consumir alcohol. Esta desinhibición social podría explicar por qué se muestran más francas.
Sin embargo, esta misma desinhibición también puede intensificar las emociones, haciendo que las reacciones sean más volátiles. Michael Sayette, de la Universidad de Pittsburgh, explica que el alcohol puede amplificar tanto las emociones positivas como las negativas, lo que puede llevar a comportamientos extremos, a menudo lamentados después.
El efecto desinhibidor del alcohol se explica por su acción sobre la corteza prefrontal, una región del cerebro que controla los impulsos, y sobre la amígdala, que gestiona los sentimientos de miedo y ansiedad. Al debilitar estos mecanismos de regulación, el alcohol reduce las barreras sociales, facilitando la expresión de ideas o comportamientos que se retendrían estando sobrio.
En definitiva, la idea de que el alcohol revela la verdad es simplista. Si bien el alcohol a veces puede fomentar la sinceridad, igualmente puede provocar declaraciones imprudentes, a menudo lamentadas una vez recuperada la sobriedad. Por lo tanto, el alcohol no es un suero de la verdad, ni mucho menos.