Durante el crecimiento del fruto, la planta transforma elementos simples como el agua, el diĂłxido de carbono y la luz solar en energĂa gracias a la fotosĂntesis. Esta energĂa se almacena en forma de azĂşcares, especialmente en las frutas.
Calor + sol = más azúcar
El verano trae dos cosas importantes: más luz y más calor. Ahora bien, cuanto más sol hay, más fotosĂntesis puede realizar la planta. Y cuanto más calor hace, más rápidamente ocurren las reacciones quĂmicas que transforman las reservas de la planta en azĂşcares.
Resultado: en verano, las frutas maduran mejor y producen más azúcar, lo que las hace naturalmente más dulces.
Cuando hace mucho calor, algunas plantas reciben menos agua. Esto puede parecer malo, pero en realidad, una fruta un poco menos hidratada concentra más sus azúcares. Por ejemplo, una uva algo seca será más dulce que una uva muy jugosa.
Algunas frutas son naturalmente más dulces que otras al madurar. El melón, el melocotón o el higo tienen un alto contenido de azúcar. Otras, como el limón o la grosella negra, siguen siendo ácidas incluso en verano, porque contienen más ácidos orgánicos que azúcar.