¿Podría llegarse a tratar el insomnio recurriendo a la privación de sueño? Este enfoque puede parecer contraproducente, pero estaría dando resultados alentadores en algunas personas con insomnio crónico, según reporta un equipo de la Universidad Laval y del Centro de investigación CERVO en el
Journal of Sleep Research.
Actualmente, el mejor tratamiento no farmacológico para el insomnio crónico es la terapia cognitivo-conductual (TCC). Se trata de un enfoque que busca cambiar los patrones de pensamiento y comportamientos que perjudican el sueño. "Es lo que debería prescribirse como primera intervención. Aproximadamente el 70% al 80% de las personas que siguen esta terapia experimentan una mejora significativa en la calidad de su sueño y en su funcionamiento durante el día", comenta Jacques Le Bouthillier, estudiante de doctorado en la Escuela de Psicología de la Universidad Laval y primer autor del
artículo publicado en el Journal of Sleep Research.
Fue con la esperanza de encontrar una solución para quienes no responden a la TCC para el insomnio que
Jacques Le Bouthillier,
Hans Ivers y
Charles Morin realizaron un estudio exploratorio para probar la eficacia de 2 intervenciones basadas en la privación de sueño.
Para evaluar estos enfoques, los investigadores invitaron a su laboratorio a 34 adultos que padecían, en promedio desde hacía casi 10 años, problemas para conciliar el sueño. Estos sujetos fueron asignados aleatoriamente a una de las siguientes intervenciones: privación continua de sueño (12 personas), privación de sueño con adormecimientos repetidos (12 personas) o grupo de control sin intervención (10 personas).
La primera intervención, como su nombre lo indica, consiste en someter a los sujetos a un período de vigilia continua de aproximadamente 38 horas. La segunda intervención, llamada reentrenamiento intensivo del sueño, tiene la misma duración pero incluye una variante. "Durante las últimas 21 horas, dos veces por hora, pedimos a los participantes que se acostaran y permitieran que llegara el sueño", explica Jacques Le Bouthillier. "Si se dormían, lo que ocurrió en el 96% de los intentos, los despertábamos después de 2 a 4 minutos."
Esta metodología, aprobada como corresponde por un comité de ética, no es tan dura como podría parecer, señala el doctorando. Por un lado, no hubo abandonos entre los sujetos sometidos a privación de sueño, destaca. Además, sentir somnolencia podría ser terapéutico para personas con insomnio crónico.
El seguimiento realizado durante 3 meses muestra una disminución significativa en la severidad del insomnio y la fatiga en los sujetos sometidos a una sesión de privación de sueño, con o sin adormecimientos. Así, 3 meses después de la intervención, el 25% del grupo de privación total de sueño y el 33% del grupo de privación con adormecimientos mostraron una reducción de al menos 8 puntos en el índice de severidad respecto al puntaje previo a la intervención.
"Un cambio de más de 7 puntos se considera clínicamente significativo. No sabemos si este efecto se mantuvo más allá de los 3 meses porque el estudio debía terminar en ese momento", precisa Jacques Le Bouthillier.
El doctorando reconoce de entrada que el número de sujetos incluidos en el estudio es demasiado pequeño para sacar conclusiones definitivas sobre la eficacia clínica de la privación de sueño contra el insomnio crónico. "Sin embargo, nuestros resultados, aunque preliminares, son alentadores y sugieren que vale la pena continuar investigando en esta línea. El carácter impactante y rápido de la privación de sueño la convertiría en una opción interesante para quienes no responden a la TCC para el insomnio y no desean consumir somníferos."