Un estudio reciente, publicado en Science, rastrea la evolución de estos mamíferos durante 35 millones de años. Al analizar ADN de fósiles y datos ambientales, los investigadores descubrieron que su tamaño estaba estrechamente vinculado a los cambios climáticos.
Los antiguos perezosos vivían en árboles, montañas, desiertos, bosques boreales y sabanas abiertas. Estas diferencias de hábitat explican principalmente la gran variación de tamaño entre las especies de perezosos.
Ilustración de Diego Barletta
Gigantes adaptados a su entorno
Los Megatherium, los perezosos más grandes conocidos, pesaban hasta cerca de 4 toneladas. Su tamaño les permitía alcanzar las copas de los árboles, al estilo de las jirafas, y resistir a los depredadores. Algunas especies, como los Mylodóntidos, tenían nódulos óseos bajo la piel, característica que comparten con los armadillos modernos.
Otros perezosos, mucho más pequeños, vivían en los árboles. Su peso limitado, a menudo menos de 15 kg, era una necesidad para evitar caídas. Las especies semiarborícolas, con pesos de hasta 90 kg, alternaban entre el suelo y las ramas.
Algunos perezosos incluso conquistaron ambientes acuáticos. Thalassocnus, por ejemplo, se alimentaba de algas marinas y presentaba adaptaciones similares a los manatíes, como costillas densas para la flotabilidad.
Los perezosos son originarios y evolucionaron principalmente en América del Sur, pero llegaron al Caribe y Florida a finales del Mioceno. Cuando el istmo de Panamá emergió sobre el mar hace unos 3 millones de años, perezosos de diversas especies migraron al norte, alcanzando Canadá y Alaska antes de desaparecer.
Foto Alberto Boscaini
El fin de una era: el papel del ser humano
Durante las glaciaciones, el gran tamaño de los perezosos terrestres les ofrecía ventaja contra el frío. Pero hace 15,000 años, su declive se aceleró, coincidiendo con la llegada de humanos a América.
Lentos y poco agresivos, estos gigantes eran presas fáciles. Solo los perezosos arborícolas, más discretos, sobrevivieron más tiempo. Dos especies del Caribe persistieron hasta hace 4,500 años, antes de desaparecer también.
Los investigadores destacan que esta extinción masiva no coincide con variaciones climáticas, sino con el impacto humano. Un escenario que se repite hoy con otras especies amenazadas.