Dos hipótesis sobre el origen del asteroide Vesta

Publicado por Adrien,
Fuente: CNRS INSU
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Un reciente estudio publicado en Nature Astronomy reaviva el debate sobre el origen de Vesta, uno de los asteroides más grandes del cinturón entre Marte y Júpiter. Gracias a los datos de la sonda Dawn, que observó Vesta entre 2011 y 2012, los científicos han podido comprender mejor este cuerpo celeste, considerado un testigo de los primeros momentos del Sistema Solar.


Vesta posee una estructura diferenciada: en marrón, el núcleo metálico; en verde, el manto rocoso; en gris, la corteza.
Imagen Wikimedia


Un asteroide diferente


Vesta está cubierto de rocas formadas muy temprano, en los primeros millones de años después del nacimiento del Sol. Esto lo convierte en un objeto clave para estudiar la formación de los primeros planetas. Sin embargo, su estructura interna sigue siendo poco conocida. Para avanzar, los investigadores han intentado estimar su momento de inercia, un parámetro que permite saber más sobre la distribución de masas en su interior. Este cálculo se basó en las variaciones de la señal de radio enviada por la sonda Dawn, medidas desde la Tierra.

Los nuevos datos indican que Vesta no tiene una estructura tan definida como la de un planeta, con solo una leve separación entre la corteza, el manto y un pequeño núcleo. En otras palabras, no se "fundió" completamente por dentro como otros cuerpos celestes más grandes.

Dos orígenes posibles


Los investigadores proponen dos hipótesis.

Según la primera, Vesta se habría formado un poco demasiado tarde, en un momento en que la fuente de calor interno, un elemento radiactivo llamado 26Al, ya se habría evacuado parcialmente hacia la superficie. Esto habría impedido que el interior del asteroide se calentara lo suficiente como para diferenciarse por completo.

En el segundo escenario, Vesta habría sido un fragmento de un cuerpo mayor, totalmente diferenciado en origen, pero que habría sido destrozado por una colisión gigante antes de reformarse en un objeto más pequeño.

Estos resultados confirman que la formación de los objetos del Sistema Solar dista mucho de ser simple. Parámetros como el momento de la formación, la distribución del calor interno o las colisiones juegan un papel fundamental, y cada asteroide cuenta una historia diferente.
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