El índice de masa corporal (IMC) se utiliza frecuentemente para evaluar los riesgos para la salud, pero un reciente estudio cuestiona su fiabilidad. Los investigadores sugieren que el porcentaje de grasa corporal sería un indicador más preciso.
El estudio, publicado en los Annals of Family Medicine, revela que el IMC no permite predecir con precisión el riesgo de mortalidad. En cambio, el porcentaje de grasa corporal muestra una correlación clara con este riesgo. Este descubrimiento podría conducir a una revisión de los criterios de prescripción de medicamentos contra la obesidad.
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Los expertos destacan que el IMC, aunque sencillo de calcular, presenta limitaciones importantes. No distingue entre masa muscular y grasa, ni tiene en cuenta la distribución de esta última en el cuerpo. Estas carencias pueden llevar a una clasificación errónea de los pacientes.
El método de análisis de impedancia bioeléctrica (BIA) ofrece una alternativa más precisa. Mide la resistencia de los tejidos a una corriente eléctrica para estimar la composición corporal. Sin embargo, esta técnica no está exenta de defectos, especialmente en lo que respecta a la localización de la grasa.
Las implicaciones de este estudio son significativas para la práctica médica. Los autores piden una revisión de los protocolos para incluir el porcentaje de grasa corporal en los criterios de prescripción. Esto permitiría identificar mejor a los pacientes en riesgo, incluso aquellos con un IMC normal.
¿Qué es el análisis de impedancia bioeléctrica?
El análisis de impedancia bioeléctrica (BIA) es un método que mide la composición corporal enviando una corriente eléctrica débil a través del cuerpo. Esta corriente encuentra diferentes resistencias según los tejidos, lo que permite estimar la cantidad de grasa y masa magra.
La BIA se basa en el principio de que los tejidos musculares, ricos en agua, conducen mejor la electricidad que los tejidos adiposos. Esta diferencia permite distinguir los tipos de tejidos y calcular su proporción en el cuerpo.
Aunque la BIA es más precisa que el IMC, tiene limitaciones. La localización de la grasa, especialmente alrededor de los órganos, no siempre se capta bien. Además, la hidratación y otros factores pueden influir en los resultados.
A pesar de estas limitaciones, la BIA se utiliza cada vez más en entornos clínicos e incluso en el hogar gracias a básculas inteligentes. Su accesibilidad y relativa simplicidad la convierten en una herramienta prometedora para evaluar los riesgos para la salud.
¿Por qué el IMC es un indicador imperfecto?
El IMC se calcula a partir del peso y la altura, sin distinguir entre masa grasa y masa muscular. Esto puede llevar a clasificaciones erróneas, como considerar a atletas con mucha masa muscular como personas con sobrepeso.
Además, el IMC no tiene en cuenta la distribución de la grasa en el cuerpo. Sin embargo, la grasa visceral, situada alrededor de los órganos, es más peligrosa para la salud que la grasa subcutánea. Por tanto, el IMC puede subestimar el riesgo en algunas personas.
Las categorías de IMC se establecieron principalmente en poblaciones caucásicas blancas, lo que limita su aplicabilidad a otros grupos étnicos. Esto puede generar disparidades en la evaluación de los riesgos para la salud.
Por último, el IMC no proporciona información sobre los factores de riesgo metabólicos individuales. Dos personas con el mismo IMC pueden tener perfiles de salud muy diferentes, según su composición corporal y estilo de vida.