🏃 ¿Por qué caminamos más rápido y paseamos menos que hace 30 años?

Publicado por Cédric,
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Proceedings of the National Academy of Sciences
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Nuestro ritmo al caminar en la ciudad se ha acelerado significativamente en las últimas décadas. Los peatones parecen ahora menos inclinados a pasear o detenerse en los espacios públicos.

Esta observación proviene de un estudio innovador que analizó el comportamiento de los urbanitas durante un período de treinta años. Los investigadores compararon secuencias de video históricas y contemporáneas filmadas en los mismos lugares, utilizando herramientas de inteligencia artificial para cuantificar los cambios.


Imagen de ilustración Pixabay


Una aceleración medida del paso


La velocidad media al caminar aumentó un 15% entre 1980 y 2010 en tres grandes ciudades estadounidenses. Esta métrica objetiva se obtuvo mediante el análisis algorítmico de videos de archivo. El trabajo fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.

El tiempo dedicado a pasear por las calles o plazas disminuyó, paralelamente, un 14%. Los espacios públicos se utilizan menos para pausas o esperas, funcionan más como simples ejes de tránsito para desplazarse rápidamente de un punto a otro.

La proporción de personas que caminan solas se mantuvo estable, rondando el 68%. En cambio, las interacciones espontáneas entre desconocidos son más escasas. El estudio señala un retroceso significativo de las conversaciones improvisadas en el espacio urbano.

Las causas de una transformación social


La emergencia de los teléfonos móviles y la comunicación digital es un factor explicativo planteado por los científicos: las citas ahora se planifican con antelación mediante mensajes, reduciendo los encuentros fortuitos. Esto modifica la naturaleza misma de las interacciones en la calle.

La proliferación de cafés y espacios interiores climatizados ofrece una alternativa cómoda a la calle. Establecimientos como Starbucks constituyen nuevos puntos de encuentro, privados y conectados, lo que contribuye al declive de la socialización al aire libre.

El entorno construido también influye en los comportamientos: la monotonía arquitectónica puede incitar a las personas a acelerar el paso para abandonar un lugar percibido como poco atractivo. Un urbanismo de calidad sigue siendo esencial para favorecer los usos sociales.
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