Un esqueleto esperaba desde hace casi medio siglo en los almacenes de un museo alemán, sin haber sido analizado. Solo recientemente llamó la atención de los investigadores, lo que permitió identificar... ¡una especie de reptil marino completamente nueva!
Este espécimen proviene de las famosas pizarras de Posidonia, en Holzmaden, al suroeste de Alemania. Desde hace más de un siglo, esta formación geológica es considerada una ventana única a los océanos del Jurásico. Pero fue al revisitar un fósil exhumado en 1978, que hasta entonces había pasado desapercibido, que unos paleontólogos acaban de aportar una nueva luz sobre la diversidad de los plesiosauros de cuello largo.
Un fósil descubierto después de décadas de olvido
El esqueleto, conservado en el Staatliches Museum für Naturkunde de Stuttgart, hasta entonces había sido simplemente catalogado con el número SMNS 51945. A pesar de su estado notable, nunca había sido objeto de un análisis completo. Los investigadores se limitaban a relacionarlo con especies ya conocidas.
Pero dos especialistas, Sven Sachs y Daniel Madzia, recientemente emprendieron un reexamen detallado. Su estudio, publicado en PeerJ Life & Environment, revela una combinación inédita de rasgos óseos que no corresponde a ningún otro plesiosauro descrito. El fósil incluso conserva trazas de tejidos blandos, una rareza que acentúa su interés científico.
Los autores destacan que el individuo no era adulto, pero que sus particularidades anatómicas no resultan de una simple etapa juvenil. Estos rasgos estables justificaron por tanto la creación de un nuevo género y una nueva especie: a partir de ahora se denomina Plesionectes longicollum, el "nadador de cuello largo".
Esqueleto de Plesionectes longicollum (SMNS 51945).
Las particularidades de un reptil marino único
El esqueleto mide cerca de 3,2 metros, de los cuales 1,25 metros corresponden solo al cuello. Los investigadores contaron al menos 43 vértebras cervicales, un número excepcional para la época. La columna vertebral presenta suturas en forma de V, raramente observadas en otros plesiosauros.
El cráneo, incompleto, muestra no obstante una excrecencia ósea posterior muy desarrollada. Las espinas neurales del cuello y del tórax aparecen sorprendentemente bajas, mientras que las cinturas óseas dan testimonio de una organización particular de los miembros. Estos elementos sugieren un modo de natación diferente al de otros plesiosauros.
El animal, aunque joven, ya poseía una morfología estable. Esta combinación de rasgos confirma que no se trataba de una simple variación, sino de un linaje aún desconocido, lo que viene a añadir una nueva rama al árbol de los plesiosauros jurásicos.
Una diversidad marina más rica de lo previsto
El yacimiento de Holzmaden ya había proporcionado cinco especies de plesiosauros, representando los tres grandes linajes conocidos. El descubrimiento de Plesionectes longicollum muestra que esta diversidad estaba aún subestimada. El fósil es además el plesiosauro más antiguo identificado en esta región.
Según los investigadores, este redescubrimiento ilustra la importancia de reexaminar las colecciones antiguas. Los museos albergan a veces tesoros pasados inadvertidos, capaces de transformar nuestra visión de los ecosistemas prehistóricos.
El estudio recuerda también que el inicio del Toarciense, hace aproximadamente 183 millones de años, estuvo marcado por grandes trastornos ambientales. Una anoxia oceánica mundial afectó profundamente a la vida marina, y Plesionectes longicollum da testimonio de la capacidad de los plesiosauros para adaptarse en ese marco cambiante.