🦴 La contaminación plástica penetra hasta nuestros huesos

Publicado por Cédric,
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Osteoporosis International
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Los huesos a veces guardan la memoria de nuestro entorno. Unos investigadores acaban de descubrir que nuestros esqueletos podrían estar marcados por una contaminación invisible: los microplásticos. Estos fragmentos minúsculos, presentes en todas partes de la Tierra, se infiltrarían hasta la médula ósea.

Este hallazgo plantea una pregunta inédita: ¿y si los huesos mismos se convirtieran en la nueva frontera de la contaminación plástica? En Brasil, un equipo de la Universidad Estatal de Campinas analizó varias decenas de estudios para comprender cómo estas partículas microscópicas alteran el funcionamiento del tejido óseo. Sus resultados esbozan un vínculo inquietante entre la exposición diaria al plástico y la fragilización del esqueleto humano.



Cuando los microplásticos se instalan en el cuerpo


Cada año, se producen más de 400 millones de toneladas de plástico, y solo una ínfima parte se recicla. Los objetos cotidianos liberan constantemente partículas finas que se difunden en el aire, el agua y los alimentos. Estos microplásticos penetran así en el cuerpo por ingestión, inhalación o simple contacto cutáneo.

Los análisis han mostrado su presencia en la sangre, el cerebro, la placenta e incluso la leche materna. Ahora, también se detectan en el interior de los huesos. Según los investigadores, estas partículas pueden alcanzar la médula ósea, perturbar los intercambios celulares y provocar una inflamación crónica.

Los microplásticos no actúan como simples intrusos: modifican la vitalidad de las células y aceleran su envejecimiento. Al perturbar los mecanismos de regeneración del esqueleto, podrían debilitar los huesos y aumentar el riesgo de fracturas.

Un equilibrio biológico amenazado


El equipo brasileño revisó 62 estudios para trazar un panorama de los efectos observados. Los resultados convergen: los microplásticos alteran las funciones de los osteoclastos, células encargadas de degradar el tejido óseo viejo para permitir su reconstrucción. Su envejecimiento prematuro desequilibra este ciclo, provocando una osamenta más frágil.

En animales, los investigadores observaron deformaciones y a veces una detención del crecimiento esquelético. Estas observaciones hacen pensar que el fenómeno también podría existir en el ser humano. La presencia de microplásticos en la sangre podría ser el vector de su infiltración profunda en los tejidos óseos.

Aunque aún faltan pruebas directas, estos resultados podrían ayudar a explicar el aumento mundial de la osteoporosis. Según la Fundación Internacional para la Osteoporosis, las fracturas relacionadas con esta enfermedad deberían aumentar más del 30 % para 2050.

Hacia una mejor comprensión de las enfermedades óseas


Los investigadores desean ahora verificar estas hipótesis mediante experimentos en fémures de roedores. El objetivo: medir el impacto real de los microplásticos sobre la resistencia mecánica de los huesos e identificar posibles estrategias de prevención.

Si las enfermedades metabólicas óseas son bien conocidas, la influencia de los contaminantes ambientales sigue estando ampliamente subestimada. Comprender este papel podría abrir el camino a una prevención más precisa, dirigida no solo al estilo de vida sino también a la exposición a los materiales plásticos.

Limitar esta exposición no es imposible: preferir las botellas de vidrio, evitar los textiles sintéticos y filtrar el agua del grifo son gestos simples que reducen la carga de microplásticos en el organismo.
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