🌍 Descubrimiento de la primera evidencia de la existencia de una "proto-Tierra" en las profundidades del planeta

Publicado por Cédric,
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Nature Geoscience
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En el corazón de algunas de las rocas más antiguas de la corteza terrestre, un equipo internacional ha identificado una firma química nunca observada hasta ahora. Este descubrimiento mayor abre una ventana sin precedentes sobre los primeros instantes de la Tierra, mucho antes de que su rostro fuera definitivamente transformado por el evento cataclísmico que dio origen a la Luna.

Estos vestigios, cuidadosamente preservados durante miles de millones de años, ofrecen una visión directa de los materiales primitivos que formaron nuestro mundo.


Imagen: Argonne National Laboratory / Flickr / CC 2.0

La búsqueda de los orígenes de nuestro planeta a menudo se basa en el estudio comparativo de los meteoritos, considerados los ladrillos elementales del Sistema Solar. Sin embargo, un análisis fino de los isótopos del potasio en muestras terrestres ha revelado anomalías inexplicables por los modelos actuales. Estos desequilibrios sugieren la existencia de una materia distinta, que no habría sufrido las remodelaciones químicas que afectaron a la mayor parte del planeta.

Esta materia podría constituir la primera muestra directa de la Tierra primitiva jamás identificada.

La búsqueda de una firma perdida


El elemento potasio se presenta naturalmente en tres isótopos, cuyas proporciones relativas son generalmente constantes en los materiales terrestres. Un estudio preliminar publicado en Science Advances había sin embargo mostrado que ciertos meteoritos presentaban firmas isotópicas del potasio diferentes de las comúnmente observadas en la Tierra. Esta variación fue inmediatamente percibida como un trazador potencial para distinguir los materiales de origen primordial de aquellos modificados por los procesos geológicos posteriores. El potasio se convirtió así en una clave para remontar el tiempo.

El equipo de investigación emprendió entonces analizar rocas provenientes de sitios geológicos excepcionales. Tomaron muestras en las formaciones antiguas de Groenlandia y Canadá, así como en lavas procedentes de puntos calientes volcánicos como Hawái. Estas lavas provienen del manto profundo, donde materiales arcaicos pueden preservarse de las mezclas en superficie. El objetivo era buscar, dentro de estas rocas profundas, la huella de la anomalía isotópica detectada en los meteoritos.

Los análisis en espectrometría de masa confirmaron la presencia de una firma única. Los investigadores identificaron un déficit específico en potasio-40, el isótopo más raro, en estas muestras. Esta característica química no corresponde a ninguna señal producida por los impactos meteoríticos conocidos o por los procesos geológicos actuales. Su persistencia muestra que estas rocas han escapado a las grandes remodelaciones que moldearon la composición del resto del planeta.

Los vestigios de un mundo desaparecido


Para verificar el origen de estos materiales atípicos, los científicos realizaron simulaciones numéricas. Estos modelos integraron los datos de composición de todos los meteoritos conocidos y recrearon los efectos acumulativos de los impactos cósmicos y de la evolución geológica interna durante 4.500 millones de años. Los resultados, publicados en Nature Geoscience, muestran que el gran impacto formador de la Luna enriqueció significativamente el manto terrestre en potasio-40. Las rocas que presentan un déficit en este isótopo no pudieron por tanto formarse después de este evento.

La composición isotópica de estas muestras no corresponde perfectamente a ningún meteorito catalogado hasta la fecha. Esta divergencia indica que los materiales que constituyeron el núcleo primitivo de la Tierra aún no están representados en las colecciones científicas. Podrían pertenecer a una familia de objetos celestes aún no identificada o que ha desaparecido totalmente. Este descubrimiento implica que el inventario de los materiales planetarios está incompleto.

La preservación de estos jirones del manto primitivo demuestra que ciertas zonas profundas de la Tierra han permanecido asombrosamente estables. Protegidas de las convecciones y de las mezclas intensas, han conservado la huella química de los primeros millones de años del planeta. Estas cápsulas del tiempo ofrecen ahora a los geoquímicos un punto de referencia concreto para reconstituir las condiciones que reinaban durante la acreción inicial de la Tierra.
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