Nuestro cerebro no atraviesa la vida de manera lineal. Una extensa cartografía del cableado neuronal, establecida a partir de miles de imágenes de resonancia magnética, acaba de revelar la existencia de cuatro grandes puntos de inflexión arquitectónicos que dividen nuestra vida mental en cinco fases distintas.
Este descubrimiento proviene de un análisis realizado por neurocientíficos de la Universidad de Cambridge, que estudiaron la conectividad cerebral de 3.802 individuos de entre 0 y 90 años. Utilizando una técnica de resonancia magnética que traza el movimiento de las moléculas de agua en la materia blanca, pudieron cartografiar la evolución de las redes de neuronas.
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Sus trabajos, publicados en Nature Communications, trazan una cronología inédita del desarrollo y el envejecimiento cerebral, donde las transiciones bruscas suceden a largos periodos de estabilidad.
La infancia y la larga adolescencia
Desde el nacimiento hasta aproximadamente los nueve años, el cerebro está en plena construcción. Primero produce una sobreabundancia de conexiones sinápticas, que luego afina progresivamente podando las que se usan poco. Esta consolidación masiva de las redes se acompaña de un rápido crecimiento de los volúmenes de materia gris y materia blanca. Esta fase de gran plasticidad sienta las bases de la arquitectura cerebral futura y corresponde a un periodo de aprendizaje intenso, pero también de mayor vulnerabilidad a los trastornos del neurodesarrollo.
Contrariamente a la idea extendida de que la adolescencia termina alrededor de los 25 años, los datos indican que las remodelaciones características de este periodo continúan mucho más allá. El siguiente punto de inflexión no se produce, de media, hasta los 32 años. Hasta esa edad, el cerebro continúa optimizando y especializando sus vías de comunicación. Los investigadores observan que la transición más marcada en términos de reorganización de las conexiones se produce alrededor de la treintena, mostrando que este periodo cierra un capítulo de desarrollo extenso.
Esta larga fase adolescente termina con lo que el equipo describe como el punto de inflexión topológico más importante de toda la vida. Alrededor de los 32 años, el cerebro alcanza un pico de eficiencia en su cableado. Los cambios direccionales en la conectividad son allí más pronunciados, marcando la entrada en una nueva era. Este descubrimiento ofrece un marco biológico a la sensación subjetiva de una entrada tardía en la edad adulta.
La estabilidad adulta y los inicios del envejecimiento
Después de los 32 años se abre un largo periodo de estabilidad relativa, que se extiende durante más de tres décadas. La arquitectura global de las redes cerebrales se estabiliza, sin sufrir transformaciones mayores. Esta fase corresponde a una meseta en las medidas de inteligencia y estabilidad de la personalidad. El cerebro adulto, habiendo completado su maduración, funciona entonces con una eficiencia optimizada y constante, lo que sustenta la capacidad de gestionar responsabilidades y acumular experiencia.
Un nuevo punto de inflexión, más sutil, se identifica alrededor de los 66 años. Marca el inicio de una fase de "envejecimiento temprano". Los cambios no son bruscos, pero se hace detectable una reorganización gradual de las redes. Esta evolución está probablemente vinculada a los inicios de una degeneración de la sustancia blanca, los cables del cerebro, y a una conectividad reducida. Este periodo coincide a menudo con un aumento de los riesgos para la salud vascular, lo que puede influir en la salud cerebral.
La última transición mayor se sitúa alrededor de los 83 años. Los datos para este grupo de edad son más limitados, pero indican un cambio en el funcionamiento cerebral. La conectividad global declina más, y el cerebro parece pasar de un funcionamiento integrado a un uso más localizado de ciertas regiones clave, mientras que otras vías de comunicación se atenúan. Esta fase avanzada del envejecimiento pone de relieve la fragilización progresiva de las redes neuronales.