Son pequeñas, invisibles una vez puestas y atraen por su practicidad. Sin embargo, las lentes de contacto generan interrogantes sobre su inocuidad. ¿Qué esconden realmente estas finas membranas que colocamos sobre nuestros ojos?
En una investigación exhaustiva en Francia, el periódico 60 Millions de consommateurs revela la presencia de sustancias químicas y microplásticos en el corazón de estos dispositivos oculares. Entre los hallazgos, 241 compuestos clasificados como "extremadamente preocupantes", incluidos el dióxido de titanio y el bisfenol A, frecuentemente señalados por sus efectos dañinos sobre la salud.
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Las investigaciones también han puesto de manifiesto la emisión de microplásticos por parte de las lentes. Estas partículas, liberadas durante su uso, incluyen a veces silicona, comúnmente utilizada en lentes blandas de hidrogel. Los productos analizados, adquiridos en tiendas o en línea, no escapan a esta constatación.
En cambio, algunas preocupaciones han sido descartadas: los seis PFAS buscados, contaminantes apodados "eternos", no fueron detectados en simulaciones de líquido lagrimal. Del mismo modo, hasta ahora no se ha demostrado ninguna migración de sustancias SVHC hacia las lágrimas.
Sin embargo, las investigaciones actuales dejan muchas incógnitas. Los fabricantes, alegando el secreto industrial, no revelan la composición exacta de sus lentes. Esta opacidad complica la evaluación de los riesgos para la salud ocular y sistémica.
Otros puntos de atención se refieren a las lentes coloreadas o con filtros UV, donde se ha identificado dióxido de titanio en forma nanométrica. Considerado potencialmente cancerígeno, este compuesto plantea dudas sobre su uso en contacto directo con los ojos.
Además de los problemas sanitarios, preocupa el impacto medioambiental de las lentes. Su degradación genera miles de microplásticos por gramo. Cuando no se gestionan correctamente, estos desechos representan un riesgo para la fauna acuática. Es importante desechar las lentes usadas en la basura doméstica y no en las tuberías.
A pesar de estas constataciones, los riesgos precisos para los usuarios siguen siendo difíciles de determinar. La investigación invita a la prudencia y aboga por estudios más profundos para entender mejor los impactos a largo plazo de los materiales y partículas detectados.
Mientras tanto, los expertos recuerdan la importancia de una higiene rigurosa para limitar los riesgos infecciosos relacionados con el uso de lentes, así como la elección cuidadosa de los productos de mantenimiento.
¿Por qué el dióxido de titanio es problemático en las lentes de contacto?
El dióxido de titanio, utilizado en algunas lentes de contacto para colorear o filtrar rayos UV, está clasificado como cancerígeno en su forma nanométrica por la Unión Europea. Su toxicidad está relacionada con su capacidad para generar estrés oxidativo en las células.
Cuando está presente en las lentes, podría migrar hacia el líquido lagrimal, aunque los estudios aún no han demostrado una migración significativa. Sin embargo, la exposición prolongada podría presentar riesgos, especialmente en caso de contacto directo con los tejidos oculares.
Este compuesto también genera preocupaciones medioambientales. Las lentes descartadas de forma inadecuada liberan dióxido de titanio en los ecosistemas acuáticos, amenazando a la fauna.
Se necesitan más investigaciones para comprender mejor los riesgos, tanto para la salud humana como para el medio ambiente.