Cuando hablamos, el énfasis en una palabra o el aumento del tono en una sílaba puede cambiar radicalmente el significado de una frase.
Por ejemplo, decir "¿Eres tú quien lo hizo?" con una entonación ascendente sugiere una pregunta, mientras que "Eres tú quien lo hizo." con un tono descendente implica una afirmación. Del mismo modo, enfatizar una palabra le da un peso particular y, por lo tanto, una intención, como cuando decimos "eres [TÚ] quien lo hizo": esto apunta con un dedo acusador a nuestro interlocutor. Un estudio reciente revela que nuestro cerebro procesa estos matices melódicos mucho antes de lo que se pensaba, gracias a una región cerebral poco conocida.
Este descubrimiento, publicado en
Nature Communications, mejora nuestra comprensión de la percepción del lenguaje. Al analizar la actividad cerebral de pacientes epilépticos, los investigadores identificaron el papel clave del giro de Heschl, en la corteza cerebral, en la interpretación de las variaciones del tono de la voz, llamadas prosodia. Estas variaciones, a menudo imperceptibles, son sin embargo esenciales para captar la intención y la emoción detrás de las palabras.
El giro de Heschl: mucho más que un simple procesador de sonidos
El giro de Heschl, una región de la corteza auditiva, era hasta ahora considerado como un simple detector de sonidos. Los investigadores descubrieron que también desempeña un papel en la transformación de las variaciones de tono en información lingüística significativa. Así, esta región no solo procesa los sonidos brutos, sino que categoriza los acentos de tono para extraer significado.
Esta capacidad para interpretar la prosodia es exclusiva de los humanos. Experimentos realizados con macacos mostraron que, aunque estos animales perciben las mismas variaciones acústicas, no las procesan como unidades lingüísticas. Esto sugiere que esta habilidad es el resultado de nuestra noción del lenguaje.
Utilizando registros intracraneales en pacientes epilépticos, los investigadores observaron que el giro de Heschl codifica las variaciones del tono de la voz en unidades lingüísticas distintas. Estas unidades, llamadas acentos de tono, se procesan por separado de los sonidos que componen las palabras, revelando una especialización insospechada de esta región cerebral.
Implicaciones prácticas para la salud y la tecnología
Estos resultados podrían mejorar el tratamiento de los trastornos del lenguaje, como el autismo o las secuelas de un ictus. Al comprender mejor cómo el cerebro procesa la prosodia, las terapias podrían volverse más específicas y eficaces. Por ejemplo, ejercicios específicos podrían ayudar a los pacientes a interpretar mejor las entonaciones, mejorando así su comunicación diaria.
Además, este descubrimiento podría mejorar los sistemas de reconocimiento de voz. Actualmente, los asistentes de voz tienen dificultades para interpretar los matices emocionales o las intenciones detrás de las palabras. Al integrar estos mecanismos, las tecnologías podrían volverse más intuitivas y humanas, permitiendo una interacción más natural entre el hombre y la máquina.
Este avance abre perspectivas para la investigación en neurociencias. Al estudiar con más detalle el papel del giro de Heschl, los científicos podrían descubrir nuevas vías para tratar otros trastornos neurológicos relacionados con la percepción auditiva o el lenguaje. Estos hallazgos también podrían esclarecer los mecanismos cerebrales involucrados en el aprendizaje de idiomas.
Para profundizar: ¿Cómo procesa el cerebro los sonidos?
El cerebro descompone los sonidos en varias etapas. Primero, las regiones auditivas primarias, como el giro de Heschl, procesan las características acústicas básicas, como el tono, la intensidad y el timbre. Esta información se transmite luego a zonas más especializadas para un análisis más profundo.
Luego, regiones como el giro temporal superior intervienen para interpretar estos sonidos en un contexto lingüístico. Permiten distinguir fonemas, palabras y frases.
Esta información se transmite luego a zonas asociativas que la vinculan con la memoria, las emociones y otras funciones cognitivas. Esto explica por qué una entonación particular puede evocar recuerdos o suscitar reacciones emocionales.