Vacuna contra la COVID-19: hacia una protección duradera en el tiempo 💉

Publicado por Adrien,
Fuente: Universidad Laval
Otros Idiomas: FR, EN, DE, PT
La vacuna de ARN contra la COVID-19 tiene muchas cualidades, pero tiene un defecto que no ha pasado desapercibido: la protección que confiere es de corta duración, de ahí la necesidad de frecuentes refuerzos.

Un estudio publicado recientemente en el Journal of Allergy and Clinical Immunology por un equipo de investigación de Francia y de la Universidad Laval sugiere que este punto débil de la vacuna podría deberse a una cascada de reacciones que afectan a células del sistema inmunitario, los linfocitos T.


Los linfocitos T tienen un papel clave en el desarrollo de la memoria inmunitaria. Su ADN se daña durante una cascada de reacciones desencadenada por una proteína del SARS-CoV-2. Estos daños explicarían por qué el organismo no logra montar una respuesta inmunitaria duradera.
Imagen NIH/NIAID

"Creemos que al bloquear esta cascada de reacciones, se podría mejorar la memoria inmunitaria y prolongar significativamente la duración de la protección conferida por esta vacuna", afirma el responsable del estudio, Jérôme Estaquier, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Laval e investigador del Centro de Investigación del CHU de Québec - Universidad Laval.

Recordemos que la vacuna contra la COVID-19 contiene ARN que ordena la producción de una proteína del virus, la proteína de la espícula (S), por parte de las células humanas. "El organismo monta entonces una respuesta inmunitaria que le servirá para prevenir el desarrollo de la enfermedad cuando se enfrente al virus", explica el profesor Estaquier.

En un estudio anterior, su equipo demostró que, en personas que sufren de COVID-19 grave, una cascada de reacciones desencadenada por la proteína S conducía a un debilitamiento de la respuesta inmunitaria relacionada con la muerte de los linfocitos T. "Como la vacuna induce la producción de la proteína S por el organismo, quisimos saber si la misma cascada de reacciones estaba presente, al menos temporalmente, en las personas que se vacunan", precisa el investigador.

El equipo franco-quebequense siguió, durante 28 días, a 30 personas que acababan de recibir una vacuna contra la COVID-19 para medir diferentes parámetros de su respuesta inmunitaria. Los datos muestran que, como se esperaba, la producción de la proteína S aumenta en los días posteriores a la vacunación. Alcanza un máximo al 14º día y desaparece casi por completo después de 28 días.

"El aumento de la proteína S desencadena la misma cascada de reacciones que la observada en personas con COVID-19, resume el profesor Estaquier. Una de las etapas de esta cascada es la producción de derivados reactivos del oxígeno que dañan el ADN de los linfocitos T. Creemos que estos daños podrían explicar por qué el organismo no logra montar una memoria inmunitaria duradera y por qué es necesario proceder a refuerzos para mantener la protección contra el virus."

El equipo del profesor Estaquier planea ahora probar esta hipótesis utilizando un inhibidor de derivados reactivos del oxígeno, la N-acetilcisteína, como complemento a la vacunación. "Se trata de un aminoácido ya utilizado para diferentes fines en humanos. Lo administraremos por vía oral a personas que acaban de recibir la vacuna. Esto nos permitirá evaluar su eficacia para proteger los linfocitos T y así mejorar la duración de la protección conferida por la vacunación."

La vacuna contra la COVID-19 es una muy buena vacuna, insiste el profesor Estaquier, pero la corta duración de la protección que confiere es un inconveniente importante. "Una buena parte de la población no quiere vacunarse cada seis meses contra la COVID-19. Si queremos mantener tasas de vacunación elevadas, debemos estar atentos a las necesidades de la población y encontrar medios para corregir este problema."
Página generada en 0.130 segundo(s) - alojado por Contabo
Acerca de - Aviso Legal - Contacto
Versión francesa | Versión inglesa | Versión alemana | Versión portuguesa