Un reciente estudio australiano plantea preocupaciones sobre un posible vínculo entre la exposición prenatal al bisfenol A (BPA), un componente de los plásticos, y el autismo en niños varones. Esta investigación, realizada por científicos del Centro de Neurociencias Florey, reveló que los niños varones nacidos de madres con niveles elevados de BPA en las últimas etapas del embarazo son más propensos a desarrollar un trastorno del espectro autista.
Los investigadores analizaron los datos de dos grandes cohortes de nacimientos, una en Australia (Barwon Infant Study) y la otra en Estados Unidos (Columbia Center for Children's Health and Environment). Descubrieron que los niños con bajos niveles de aromatasa, una enzima esencial para la conversión de la testosterona en neuroestrógeno en el cerebro, son particularmente vulnerables a los efectos perturbadores del BPA. De hecho, los niños de madres con altos niveles urinarios de BPA tenían 3.5 veces más probabilidades de mostrar signos de autismo a los 2 años de edad y 6 veces más probabilidades de tener un diagnóstico confirmado antes de los 11 años.
Este estudio, publicado en
Nature Communications, también exploró el mecanismo molecular subyacente a esta asociación. Los trabajos de laboratorio demostraron que el BPA suprime la actividad de la aromatasa, provocando cambios conductuales y neurológicos en ratones machos que podrían corresponderse con un trastorno del espectro autista. El Dr. Wah Chin Boon, quien participó en esta investigación, destaca que es la primera vez que se identifica una vía biológica que explica el vínculo entre el autismo y el BPA.
A pesar de estos descubrimientos, el BPA sigue presente en muchos productos de consumo, aunque su uso está prohibido en contenedores de alimentos en Francia desde 2015. La profesora Anne-Louise Ponsonby recuerda que este químico, junto con otros disruptores endocrinos, es omnipresente y difícil de evitar. Estamos expuestos a él por ingestión, inhalación o contacto cutáneo, lo que lo convierte en un desafío importante para la salud pública.
Para mitigar los efectos potenciales del BPA, el equipo de Florey está explorando soluciones. El Dr. Boon menciona un ácido graso, el ácido 10-hidroxi-2-decenóico, que ha mostrado signos prometedores para revertir las características de tipo autista en ratones expuestos al BPA. Se necesitan más investigaciones para determinar si este enfoque podría ser aplicable a los humanos.