La estrella supergigante roja Betelgeuse, que brilla intensamente en la constelación de Orión, siempre ha intrigado a los astrónomos por sus misteriosas variaciones de luminosidad. Durante siglos, los científicos han planteado la hipótesis de que un compañero invisible podría ser responsable de estos fenómenos, pero hasta ahora no se había obtenido ninguna prueba directa.
El equipo de investigación de la Universidad Carnegie Mellon aprovechó una oportunidad única cuando el telescopio Gemini North detectó una fuente luminosa débil cerca de Betelgeuse. Inmediatamente movilizaron dos prestigiosos instrumentos espaciales: el observatorio Chandra para rayos X y el telescopio espacial Hubble para observaciones visibles. Esta coordinación permitió observar la compañera estelar en su punto de máximo alejamiento de la estrella principal, evitando así la abrumadora luminosidad de la supergigante, que es miles de veces más brillante que nuestro Sol.
Imagen compuesta en color de Betelgeuse realizada a partir de los datos del Digitized Sky Survey 2 Crédito: ESO/Digitized Sky Survey 2
Anna O'Grady, investigadora postdoctoral, destaca que esta observación representa una primicia en la historia de la astronomía. Nunca antes los científicos habían podido estudiar a este compañero. Los datos recopilados constituyen las observaciones en rayos X más detalladas jamás realizadas sobre esta estrella icónica, ofreciendo una ventana de estudio excepcional sobre este sistema estelar particular.
La naturaleza del compañero, cariñosamente apodado Betelbuddy, reservó una gran sorpresa para los astrónomos. Esperaban descubrir una enana blanca o una estrella de neutrones - restos de estrellas al final de su vida - pero la ausencia de fenómenos de acreción descartó estas posibilidades. Los investigadores se inclinan más bien por la hipótesis de un objeto estelar joven, de un tamaño comparable al de nuestro Sol, lo que abre nuevas perspectivas sobre la formación de sistemas binarios.
La relación de masa entre los dos astros pone a prueba los modelos establecidos de estrellas dobles. Betelgeuse posee una masa equivalente a 16-17 veces la del Sol, mientras que su compañera presenta una masa solar. Esta diferencia considerable sitúa a este sistema en la categoría de binarias con relación de masa extrema, una familia de objetos celestes raramente observada hasta ahora. Este descubrimiento abre el camino al estudio de otros sistemas similares en nuestra galaxia.
Esta primera caracterización del sistema Betelgeuse-Betelbuddy marca solo el comienzo de una prometedora aventura científica. Los astrónomos planean continuar sus observaciones para comprender mejor la dinámica de esta pareja estelar inusual y su evolución futura. Cada nuevo dato recopilado permitirá refinar nuestra comprensión de los mecanismos de formación de sistemas binarios en el Universo.
Las estrellas supergigantes rojas
Las estrellas supergigantes rojas representan una fase avanzada en la evolución estelar. Estos colosos celestes se forman a partir de estrellas masivas que han agotado el hidrógeno de su núcleo y comienzan a fusionar elementos más pesados.
Su tamaño monumental las sitúa entre los objetos individuales más grandes del Universo. Si Betelgeuse se colocara en el centro de nuestro Sistema Solar, su superficie se extendería más allá de la órbita de Júpiter, engullendo los planetas internos. Esta expansión viene acompañada de una disminución de la temperatura superficial, dando a estas estrellas su color rojo característico.
La vida útil de las supergigantes rojas es relativamente corta en la escala cósmica, generalmente de solo unos pocos millones de años. Su destino final es espectacular: terminan su existencia en explosiones de supernova que dispersan en el espacio los elementos pesados sintetizados durante su vida.
Estas estrellas juegan un papel esencial en el enriquecimiento químico del medio interestelar, contribuyendo a la formación de las generaciones estelares siguientes y de los planetas que las acompañan.