Los efectos persistentes del COVID-19 se manifiestan no solo en pacientes con formas graves, sino también en aquellos que han tenido formas leves. Un estudio reciente de la Universidad de São Paulo revela que los déficits de memoria y atención pueden durar más de 18 meses después de la infección, incluso en pacientes no hospitalizados.
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Las secuelas cognitivas, tales como las pérdidas de memoria y los déficits de atención, son comúnmente reportadas por los sobrevivientes de las formas graves del COVID-19. Sin embargo, esos mismos problemas se han observado en pacientes con formas leves más de 18 meses después de la infección, según un estudio de la Universidad de São Paulo (USP) en Brasil.
Publicado en la revista
BMC Psychology, el estudio destaca la necesidad de estrategias de rehabilitación más completas para tratar los impactos cognitivos duraderos del COVID prolongado. Los datos recopilados de 302 voluntarios indican que el 11,7 % de los pacientes leves, el 39,2 % de los pacientes moderados y el 48,9 % de los pacientes graves presentaban deficiencias cognitivas.
Antônio de Pádua Serafim, autor principal del artículo y profesor en el Instituto de Psicología (IP-USP), señaló que los trastornos de la memoria y la atención estaban presentes en un número significativo de personas que habían tenido formas leves o moderadas de COVID-19.
Los resultados del estudio, financiado por la FAPESP, muestran el impacto potencial de la neuroinflamación debido a la infección por el SARS-CoV-2. Algunos pacientes que no necesitaron cuidados intensivos o hospitalización presentaban, no obstante, problemas de memoria y atención, sugiriendo un efecto directo de la infección en el sistema nervioso central.
Las funciones cognitivas como la memoria y la atención son cruciales en la vida cotidiana. Los participantes en el estudio con bajos puntajes en las pruebas de memoria y atención reportaron dificultades para recordar palabras o para realizar actividades rutinarias, como olvidar ollas en la cocina o no recoger a los niños en la escuela.
Serafim colabora con otros investigadores de la USP para desarrollar programas destinados a mitigar las pérdidas cognitivas causadas por el COVID-19. Estas técnicas incluyen la neuroestimulación y el neurofeedback, que buscan mejorar las funciones cerebrales mediante la neuromodulación.
Aunque estudios de casos aislados han mostrado resultados prometedores, queda mucho por hacer para establecer programas efectivos de estimulación y rehabilitación cognitiva para pacientes post-COVID. La pandemia severa ha terminado, pero sus secuelas persisten, subrayando la necesidad de intervenciones continuas.