¿Podría un ligero aumento de la temperatura corporal influir en la resistencia a los antibióticos? Es la intrigante pregunta a la que un equipo de investigadores internacionales ha buscado responder. Sus experimentos en laboratorio revelan resultados sorprendentes que podrían cambiar nuestro enfoque en la lucha contra la resistencia antimicrobiana.
Científicos de las Universidades de Groningen, Montpellier y Oldenburg han observado cómo la fiebre puede modificar la tasa de mutaciones de las bacterias E. coli. Al aumentar la temperatura de 37 a 40 grados Celsius, han constatado un incremento significativo en la frecuencia de mutaciones que favorecen la resistencia a los antibióticos.
Si estos resultados se confirman en pacientes humanos, el manejo de la fiebre podría convertirse en un nuevo método para reducir la aparición de la resistencia a los antibióticos. Publicado en JAC-Antimicrobial Resistance, el estudio propone un enfoque innovador al combinar antibióticos con la regulación de la temperatura corporal para luchar contra este problema mundial.
Concretamente, la tasa de mutación de las bacterias en función de la temperatura fue estudiada por el equipo, compuesto principalmente por Timo van Eldijk y Eleanor Sheridan. Expusieron cultivos de E. coli a 37 y 40 grados Celsius, y luego a tres antibióticos diferentes: ciprofloxacina, rifampicina y ampicilina. Los resultados muestran que las mutaciones hacia la resistencia aumentan con la temperatura para los dos primeros antibióticos, pero disminuyen para la ampicilina.
Esta diferencia observada con la ampicilina fue validada por experimentos repetidos en varios laboratorios. Los investigadores creen que la eficacia de la ampicilina depende particularmente de la temperatura, lo que explicaría estos resultados.
Colonias de bacterias E. coli en una placa de agar que contiene ciprofloxacina. A la izquierda, los mutantes resistentes de una población cultivada a 37 °C (temperatura corporal normal). A la derecha, los mutantes resistentes de una población cultivada a 40 °C (temperatura de fiebre). Crédito: Eleanor Sheridan / University of Groningen.
El equipo concluye que las modificaciones en la temperatura pueden tener un impacto significativo en el desarrollo de la resistencia antimicrobiana. Estos hallazgos podrían guiar nuevas estrategias terapéuticas que combinen el control de la fiebre y la elección de antibióticos adecuados.