🌍 Descubrimiento: los continentes se desintegran en su base

Publicado por Adrien,
Fuente: Nature Geoscience
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Los continentes que conocemos no son entidades estables. Según un estudio publicado en Nature Geoscience, su base sufre una erosión continua por los movimientos del manto terrestre. Fragmentos de la corteza continental son arrancados a más de 150 kilómetros de profundidad y luego transportados horizontalmente a distancias que pueden superar los mil kilómetros. Este proceso extremadamente lento modifica duraderamente la composición de las capas profundas de nuestro planeta.

Este descubrimiento arroja nueva luz sobre la formación de las islas volcánicas en medio de los océanos. Regiones como la isla Christmas en el océano Índico presentan firmas químicas sorprendentemente similares a las de los continentes, aunque estén rodeadas por inmensas extensiones oceánicas. Los investigadores han buscado durante mucho tiempo comprender cómo estos elementos continentales podían encontrarse tan lejos de su lugar de origen.


Nuestro planeta revela una dinámica desconocida hasta ahora: los continentes pierden progresivamente su base, enviando antiguos materiales a derivar bajo los océanos donde alimentan una nueva actividad volcánica.
Crédito: Prof Tom Gernon, Universidad de Southampton

El equipo internacional, dirigido por la Universidad de Southampton, desarrolló simulaciones informáticas para modelar el comportamiento de los continentes y del manto terrestre. Sus trabajos muestran que ondas se propagan en la base de las masas continentales, creando inestabilidades que arrancan progresivamente trozos de su raíz profunda. Este movimiento ocurre a una velocidad infinitesimal, mucho más lenta que el crecimiento de una uña.

El análisis de los datos geoquímicos del océano Índico proporcionó pruebas concretas de este mecanismo. Los científicos estudiaron los alrededores de los montes submarinos del océano Índico, formados después de la dislocación del supercontinente Gondwana hace más de cien millones de años. Observaron que inmediatamente después de esta separación, apareció en la superficie un aumento significativo de magma enriquecido en elementos continentales.

A lo largo de decenas de millones de años, esta señal química se atenuó progresivamente mientras disminuía el aporte de material continental. Esta evolución ocurrió sin la intervención de los penachos mantélicos profundos que los geólogos consideraban hasta ahora responsables de este tipo de actividad volcánica. El proceso descubierto funciona independientemente de estas ascensiones de materia caliente procedente de las profundidades.

Esta investigación abre nuevas perspectivas para comprender la evolución a largo plazo de nuestro planeta. Los movimientos descritos persisten mucho después de la separación aparente de los continentes, continuando modelando la composición del manto terrestre e influyendo en la actividad volcánica a escalas de tiempo geológicas. Nuestra comprensión de la dinámica interna de la Tierra se ve considerablemente enriquecida.

La firma química de las rocas: el pasaporte geológico de los continentes


Cada región de la Tierra posee una firma química única que permite a los científicos reconstruir su historia. Los continentes presentan concentraciones particulares de ciertos elementos como el potasio, el uranio o el torio, que los distinguen netamente de las rocas oceánicas. Estas diferencias químicas sirven como verdaderas huellas dactilares para identificar el origen de los materiales.

Cuando fragmentos continentales son transportados hacia el manto oceánico, conservan esta firma característica. Los volcanes que entran en erupción en los océanos y que incorporan este material continental arrancado producen entonces lavas cuya composición química delata este origen. Así es como islas volcánicas aisladas pueden presentar similitudes químicas sorprendentes con continentes lejanos.

Los geoquímicos analizan estas firmas con una precisión notable, midiendo las relaciones entre diferentes elementos e isótopos. Estos análisis permiten no solo identificar la presencia de material continental, sino también estimar su edad y origen geográfico. Cada muestra de roca volcánica se convierte así en un testigo valioso de los procesos profundos.

La persistencia de estas firmas químicas durante decenas de millones de años ofrece a los científicos una ventana única sobre la historia geológica de nuestro planeta. Permite reconstituir los movimientos pasados de los continentes y del manto, revelando conexiones insospechadas entre regiones hoy separadas por océanos enteros.
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