En las entrañas de la cueva más larga del mundo, investigadores han descubierto los restos fosilizados de un tiburón de 340 millones de años. Este pequeño depredador, bautizado como Clavusodens mcginnisi, intriga por su tamaño modesto y sus dientes en forma de clavos, testigos de un ecosistema marino hoy desaparecido.
Representación de un macho y una hembra de Clavusodens (4 pulgadas de largo) cazando crustáceos primitivos en el fondo marino que cubría gran parte del centro de Kentucky durante el Misisípico medio, hace 340 millones de años. Ilustración: NPS / Benji Paysnoe.
Este descubrimiento, publicado en el Journal of Paleontology, forma parte de un proyecto más amplio para inventariar los fósiles de la cueva "Mammoth Cave", en Kentucky. Los científicos exploran capas geológicas del Carbonífero, un período en el que la región estaba cubierta por un océano cálido y poblada por diversas criaturas marinas.
Un tiburón con dientes insólitos
Clavusodens mcginnisi medía entre 8 y 10 centímetros, un tamaño que le valió el apodo de "tiburón-chipmunk". Sus dientes posteriores, planas y alargadas, se asemejaban a clavos oxidados, mientras que sus dientes anteriores eran más afilados. Esta dentición sugiere una dieta compuesta de crustáceos, gusanos y pequeños braquiópodos, que probablemente trituraba.
Este pequeño tiburón pertenecía al grupo de los obruchevodidés, peces cartilaginosos especializados en la vida arrecifal. Estos animales estaban entre los más especializados de su época. Su pequeño tamaño les permitía escapar de los depredadores mientras explotaban nichos ecológicos inaccesibles para especies más grandes. Su morfología única, especialmente sus dientes en forma de clavo, indica que estaban perfectamente adaptados para triturar presas con caparazón duro, como los crustáceos.
1) Reconstrucción del esqueleto de Netsepoye hawesi basada en el holotipo CM 46092 de la formación Heath (Montana). 2) Diente sinfisario inferior de N. hawesi (ALMNH:Paleo:20553) procedente de la caliza de Bangor (Alabama). 3) Reconstrucción revisada de la dentición superior e inferior de N. hawesi. 4) Reconstrucción de Obruchevodus griffithi basada en el holotipo CM 48833 de la formación Heath (Montana). 5) Diente sinfisario superior de Fissodopsis robustus (ALMNH:Paleo:20556). 6) Diente sinfisario inferior parcial de F. robustus (ALMNH:Paleo:9774). 7) Reconstrucción revisada de la dentición superior e inferior de F. robustus basada en el holotipo CM 62710 de la formación Heath (Montana). Barras de escala: (1, 4) = 10 mm ; (2, 5, 6) = 5 mm ; (3) = 4 mm ; (7) = 20 mm.
Los investigadores creen que Clavusodens mcginnisi evolucionó en entornos arrecifales poblados por crinoideos y otros invertebrados marinos. Estos hábitats, ricos en recursos, ofrecían a este pequeño depredador refugio y abundancia de alimento. Este descubrimiento subraya la importancia de los pequeños animales en los ecosistemas antiguos y su papel en la cadena alimentaria marina.
Mammoth Cave, un tesoro paleontológico
La cueva de Mammoth, con sus 650 kilómetros de galerías exploradas, es un sitio excepcional para el estudio de fósiles marinos. Las rocas de la formación Sainte-Geneviève, donde se descubrió Clavusodens mcginnisi, datan de hace 330 a 323 millones de años. Preservan los vestigios de un ecosistema arrecifal rico en invertebrados marinos, como crinoideos y corales.
Desde 2019, se han identificado más de 70 especies de peces fósiles en la cueva, incluyendo varias inéditas. Estos descubrimientos, a menudo realizados en condiciones difíciles, iluminan la evolución de los tiburones y los ecosistemas marinos antiguos. Los investigadores a veces deben arrastrarse por largas distancias en túneles estrechos para acceder a los fósiles, a menudo incrustados en techos o paredes.
El proyecto de inventario paleontológico llevado a cabo en Mammoth Cave tiene como objetivo documentar y preservar estos tesoros fosilíferos. Cada nuevo descubrimiento, como el de Clavusodens mcginnisi, enriquece nuestra comprensión de la biodiversidad marina del Carbonífero. Estos fósiles ofrecen una ventana única a un mundo desaparecido, donde pequeños tiburones como este desempeñaban un papel importante en los ecosistemas arrecifales.