En el corazón del Mediterráneo, bajo las aguas alrededor de la isla griega de Santorini, se ha hecho un descubrimiento sorprendente por parte de los científicos. Han descubierto los vestigios de una erupción volcánica gigantesca, que data de hace aproximadamente 500,000 años. Esta erupción, revelada por una capa de pumita y cenizas que puede alcanzar los 150 metros de espesor, fue 15 veces más intensa que la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha'apai en 2022.
La isla de Santorini emergió debido a erupciones volcánicas sucesivas.
La isla de Santorini, surgida hace 400,000 años después de erupciones sucesivas, es hoy un archipiélago formado durante la Edad del Bronce Tardío (1600 a 1200 a.C.) por la poderosa erupción minoica. Hoy en día, una cámara magmática situada debajo de las islas Kameni, en el centro de la caldera de Santorini, sigue alimentando el volcán.
Para entender mejor la actividad volcánica de la región, el profesor Tim Druitt de la Universidad de Clermont Auvergne, en colaboración con el Programa Internacional de Descubrimiento de los Océanos, llevó a cabo perforaciones en los sedimentos marinos alrededor de Santorini a finales de 2022 y principios de 2023. Se extrajeron núcleos de sedimentos hasta 900 metros bajo el fondo marino, revelando capas de sedimentos volcánicos, testigos de las erupciones pasadas.
Estos análisis permitieron descubrir la erupción que data de hace 520,000 años, expulsando al menos 90 kilómetros cúbicos de roca volcánica y cenizas. Esta erupción demuestra la capacidad del arco volcánico helénico de producir enormes erupciones submarinas.
La erupción ocurrió a partir de uno o varios conductos submarinos poco profundos del antiguo volcán Akrotiri en la región de Santorini-Christiana.
El conducto estaba ubicado en aguas lo suficientemente poco profundas para que la fragmentación del magma ocurriera principalmente por la desgasificación y la expansión de los gases magmáticos. A medida que la mezcla de gas y partículas del chorro eruptivo ascendía a través de la columna de agua, absorbía agua y se colapsaba parcialmente para formar corrientes piroclásticas submarinas. Estas corrientes, a su vez, arrastraban más agua y se transformaban en corrientes de turbidez y flujos que se extendían sobre el fondo marino, depositando un megaturbidito volcanoclástico de hasta 150 m de espesor.
El rompimiento de la superficie del mar por la columna eruptiva también generó corrientes piroclásticas subaéreas que cruzaron la superficie del mar y balsas de pumita, y depositaron capas delgadas de ignimbrita en las islas (no representadas) de Christiani, la Santorini primitiva y Anafi.
El dibujo está exagerado verticalmente, extendiéndose por varios kilómetros de ancho y aproximadamente un kilómetro de alto.
Aunque no se espera que Santorini experimente una erupción de esta magnitud en varios cientos de miles de años, la cámara magmática seguirá alimentando erupciones de lava y pequeñas erupciones explosivas durante las próximas décadas, o incluso siglos.
Este descubrimiento marca un punto de inflexión en la comprensión de los fenómenos volcánicos de la región y su impacto potencial en nuestro entorno.