El dióxido de carbono, durante mucho tiempo considerado una amenaza para el clima, podría convertirse en un aliado. Un equipo de científicos ha desarrollado un proceso completamente nuevo, capaz de convertir este gas en un combustible ultrarrendidor.
El electro-biodiésel, resultado de esta innovación, presenta una eficiencia 45 veces superior a la del biodiésel producido a partir de soja. A diferencia de los métodos tradicionales que requieren grandes extensiones de tierras agrícolas, este enfoque se basa en la electrocatalización, un proceso químico que utiliza electricidad para transformar el CO2. Los investigadores, procedentes de prestigiosas instituciones estadounidenses, publicaron sus resultados en
Joule.
El proceso comienza con una electrólisis que descompone el dióxido de carbono en componentes biocompatibles como el acetato y el etanol. Estas moléculas luego sirven como materia prima para microbios capaces de transformarlas en lípidos o ácidos grasos, que son la base del biodiésel. Todo esto ocurre con un rendimiento sin precedentes del 4,5 % de conversión solar en moléculas.
Para lograr este resultado, los científicos diseñaron un catalizador innovador que combina zinc y cobre. Este último facilita la producción de intermediarios carbonados, que son rápidamente convertidos por una cepa modificada de
Rhodococcus jostii. Este microbio, conocido por su alto contenido de lípidos, fue optimizado para maximizar el rendimiento.
Además de su eficiencia, este método podría tener un impacto ambiental positivo. Cada gramo de combustible producido eliminaría 1,57 g de CO2 de la atmósfera. Un avance notable considerando que el biodiésel convencional emite hasta 9,9 g de CO2 por gramo fabricado.
La producción requiere 45 veces menos tierra que la del biodiésel de soja, una ventaja significativa frente a la presión ejercida sobre las tierras agrícolas. Según los investigadores, esta tecnología se integra perfectamente en una economía circular, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles.
El potencial de esta innovación se extiende más allá del combustible. Los mismos principios podrían aplicarse a la fabricación de productos químicos, materiales e incluso ingredientes alimentarios. Con emisiones casi nulas o incluso negativas, este proceso ofrece una solución prometedora para las industrias más contaminantes.
Si este sistema se implementa a gran escala, podría transformar el sector energético mundial. Sin embargo, aún quedan desafíos por superar para hacer económicamente viable esta tecnología, especialmente el alto costo de la electrocatalización.