Una investigación, dirigida por un equipo del centro médico de la Universidad Vanderbilt, se centró en personas que ya habían presentado pólipos colorrectales. En el marco de un ensayo aleatorizado a doble ciego, los participantes recibieron un suplemento de magnesio o un placebo. El objetivo consistía en observar el efecto de esta suplementación en su microbioma intestinal, es decir, esos miles de millones de microbios alojados por nuestro sistema digestivo.
Los datos obtenidos indican que la ingesta de magnesio incrementa la presencia de dos tipos específicos de bacterias, Carnobacterium maltaromaticum e Faecalibacterium prausnitzii. Estos microorganismos son reconocidos por su capacidad para sintetizar vitamina D directamente en el tubo digestivo, independientemente de la exposición solar. Al ser fabricada in situ, esta vitamina no entra en la circulación sanguínea, sino que ejerce localmente una acción que podría revelarse protectora.
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La investigación precisa que estas consecuencias no son uniformes. Dependen, entre otras cosas, del funcionamiento de un gen llamado TRPM7, que regula la forma en que nuestro organismo absorbe el magnesio y el calcio. En los individuos en los que este gen opera correctamente, el suplemento de magnesio estimula las bacterias beneficiosas. Por el contrario, cuando su funcionamiento es menos eficaz, puede reducir la abundancia de F. prausnitzii a nivel de la mucosa rectal.
Los científicos también constataron una disparidad entre hombres y mujeres, observándose el efecto principalmente en estas últimas. Estiman que esta diferencia podría derivarse de la influencia de las hormonas femeninas, como los estrógenos, en el transporte y la utilización del magnesio por parte de las células corporales.
El seguimiento de los participantes durante varios años después del final del ensayo permitió otra observación. Una presencia elevada de la bacteria F. prausnitzii en la mucosa rectal estaba relacionada con un riesgo casi triplicado de reaparición de pólipos. Este hallazgo muestra que la relación entre estas bacterias y la salud intestinal es matizada y requiere investigaciones complementarias.
Estos trabajos permiten plantear estrategias más individualizadas para la prevención del cáncer colorrectal, especialmente en personas de riesgo. Ilustran las interacciones estrechas entre nuestra alimentación, los suplementos consumidos y el delicado equilibrio de nuestra flora intestinal. En el futuro, el dominio de estos mecanismos podría ayudar a elaborar recomendaciones nutricionales adaptadas a cada perfil.