Las proteínas provenientes de los tardígrados, criaturas minúsculas pero increíblemente resistentes, podrían ser la clave para desacelerar el envejecimiento humano. Así lo sugiere un estudio reciente.
Los tardígrados, también conocidos como "osos de agua", tienen la capacidad de sobrevivir en entornos extremos gracias a su habilidad para deshidratarse completamente y reducir su metabolismo. Recientemente, científicos descubrieron que algunas de sus proteínas, cuando se introducen en células humanas en laboratorio, pueden desacelerar el metabolismo de estas de manera similar.
Los tardígrados son conocidos por su capacidad de sobrevivir en condiciones extremas. Imagen Wikimedia
Este estudio, publicado el 19 de marzo en la revista Protein Science, examinó una proteína específica de los tardígrados denominada CAHS D. Cuando esta proteína está presente en células humanas, adquiere una consistencia similar a un gel y disminuye la actividad metabólica de las células.
Según Silvia Sanchez-Martinez, autora principal del estudio e investigadora senior en el Departamento de Biología Molecular de la Universidad de Wyoming, estas proteínas permiten poner las células humanas en biostasis, un estado de vida ralentizada donde se vuelven más resistentes a diversos estrés. Este descubrimiento abre perspectivas interesantes para la medicina, en particular para la conservación de tratamientos en zonas sin acceso a refrigeración y la mejora de la preservación de terapias celulares.
Los investigadores consideran que esta técnica podría, eventualmente, utilizarse para inducir un estado de biostasis en células, e incluso en organismos enteros, con el fin de desacelerar el envejecimiento y mejorar la conservación y estabilidad de las terapias.
Sorprendentemente, este proceso es reversible: una vez eliminado el estrés, los geles de tardígrado se disuelven, y las células humanas reanudan un metabolismo normal. Esta reversibilidad subraya el potencial de las proteínas de tardígrado en futuras aplicaciones médicas.
El equipo de investigación, dirigido por Thomas Boothby, ya había demostrado que las proteínas de tardígrado podrían estabilizar un medicamento para tratar la hemofilia, sin necesidad de refrigeración. Estos hallazgos refuerzan el interés en las capacidades únicas de los tardígrados y su potencial para la ciencia y la medicina.