Una nueva batería gigante podría cambiar por completo nuestra forma de almacenar energía. Viajamos al estado de Maine, en Estados Unidos, donde el proyecto de almacenamiento energético más ambicioso jamás imaginado está a punto de hacerse realidad.
Su principio se basa en una tecnología innovadora: hierro-aire. Más respetuosa con el medio ambiente que las baterías convencionales, podría transformar el panorama energético mundial.
El proyecto, llevado adelante por la start-up Form Energy, cuenta con el apoyo del gobierno estadounidense, que ha destinado 147 millones de dólares a su realización. Una vez completada, esta batería tendrá una capacidad de almacenamiento sin precedentes de 8,500 MWh, lo que la convertiría en la más grande del mundo, muy por delante de sus competidoras.
Para comprender mejor la magnitud de este proyecto, comparémoslo con los sistemas existentes. Actualmente, el récord lo ostenta una batería en California capaz de almacenar 3,287 MWh, una cifra ya impresionante. Form Energy aspira a triplicar esta capacidad. Con esta batería, sería posible hacer que un coche eléctrico recorra más de 50 millones de kilómetros sin recargar, lo que equivale a más de 1,200 veces la vuelta a la Tierra. También podría alimentar un hogar durante más de 1000 años.
La tecnología hierro-aire se basa en una reacción de "oxidación reversible". Durante la descarga, el oxígeno del aire oxida el hierro para producir electricidad. Durante la carga, la operación inversa convierte el óxido en hierro, liberando así oxígeno.
Esta elección tecnológica presenta varias ventajas. Al no utilizar metales pesados ni productos tóxicos, las baterías de hierro-aire resultan menos costosas y más respetuosas con el medio ambiente. Su coste de almacenamiento se estima en una décima parte del de las baterías de ion-litio.
No obstante, estas baterías no reemplazarán a las de litio en nuestros dispositivos cotidianos. Su capacidad para cargar y descargar lentamente las hace ideales para el almacenamiento a gran escala, pero poco adecuadas para las necesidades instantáneas de los teléfonos inteligentes y los coches eléctricos.
A pesar de estas limitaciones, el proyecto de Form Energy podría redefinir la gestión de la energía renovable. Al facilitar el almacenamiento de excedentes de energía, esta innovación promete estabilizar la red eléctrica a la vez que reduce los costes energéticos.