La mayoría de los consumidores asocian los alimentos ultraprocesados con un alto contenido en azúcar, grasas o sal. Sin embargo, un amplio estudio realizado a lo largo de varios años muestra qué aditivos son realmente peligrosos para nuestra salud. Y los verdaderos culpables no son los ingredientes clásicos que tendemos a señalar.
Este trabajo, publicado en
eClinicalMedecine, se basa en el análisis de los hábitos alimenticios de cerca de 200.000 personas en el Reino Unido. Los investigadores alemanes buscaron determinar qué componentes específicos, utilizados por la industria alimentaria, podrían explicar el vínculo entre el consumo de alimentos ultraprocesados y una mayor mortalidad.
Una investigación a gran escala
Los datos provienen de la UK Biobank, un seguimiento a largo plazo de más de 500.000 voluntarios. Para este estudio, se seleccionaron 186.744 participantes de entre 40 y 75 años, todos inicialmente en buen estado de salud.
La información alimentaria se recopiló mediante cuestionarios que detallaban las comidas del día completo. Los investigadores asociaron luego las respuestas a estos cuestionarios con productos industriales comparables para identificar los ingredientes denominados "marcadores de ultraprocesamiento".
Entre estos marcadores figuraban especialmente los almidones modificados, las proteínas hidrolizadas, la dextrosa o incluso el suero lácteo, elementos ausentes en las cocinas domésticas pero comunes en los platos preparados.
Los aditivos más relacionados con el riesgo
Después de 11 años de seguimiento, se registraron más de 10.000 fallecimientos. Los resultados muestran que los consumidores de alimentos ultraprocesados presentaban un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas.
El estudio reveló cinco categorías de marcadores que se distinguieron: aromas, potenciadores del sabor, colorantes, edulcorantes y diferentes formas de azúcares. Estos grupos estaban fuertemente asociados con un exceso de muertes.
Por el contrario, los aceites procesados, ciertas proteínas o las fibras añadidas no parecían ejercer una influencia significativa sobre la mortalidad.
Una lista precisa de ingredientes a vigilar
12 aditivos en particular mostraban una asociación clara con la mortalidad. Los potenciadores del sabor como el glutamato (E621) o el ribonucleótido (E635), varios edulcorantes artificiales como el acesulfamo K (E950), la sucralosa (E955) o la sacarina (E954), así como ciertos azúcares como la fructosa o la maltodextrina figuraban entre los más problemáticos.
También estaban implicados agentes utilizados para modificar la textura, como los antiaglomerantes o los espesantes o endurecedores.
Por el contrario, los agentes gelificantes que contienen pectina, fibra natural con efectos positivos, parecían proteger ligeramente la salud.
Para ir más allá: ¿conoces la clasificación Nova?
La clasificación Nova se basa en la idea de que el grado de procesamiento de un alimento influye en su valor nutricional y sus efectos sobre la salud. Distingue 4 grupos: los alimentos crudos o mínimamente procesados, los ingredientes culinarios como el aceite o el azúcar, los alimentos procesados como el pan o el queso, y finalmente los alimentos ultraprocesados.
Un producto se clasifica en Nova 4 cuando contiene al menos un ingrediente industrial ausente en la cocina doméstica, como las proteínas hidrolizadas, los jarabes de glucosa o los aromas artificiales. Los investigadores consideran que estos añadidos modifican profundamente la estructura del alimento, más allá de un simple aporte calórico o nutricional.
Esta clasificación es hoy utilizada por numerosos estudios epidemiológicos y por algunas autoridades de salud pública. Permite identificar rápidamente los productos más problemáticos y relacionar su consumo con diversos riesgos como el sobrepeso, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares. También sirve como herramienta pedagógica para ayudar a los consumidores a descifrar sus elecciones alimentarias.