¿Y si la próxima revolución tecnológica estuviera en nuestra propia biología? Un equipo de investigadores ha logrado usar el ADN como soporte de almacenamiento de datos, utilizando un método inspirado en las antiguas imprentas.
La idea no es nueva: el ADN, capaz de almacenar enormes cantidades de información en un espacio diminuto, lleva mucho tiempo atrayendo la atención de los científicos. Un centímetro cúbico de ADN podría contener teóricamente hasta 10 exabytes de datos, es decir, miles de millones de gigabytes, y esto durante milenios. Sin embargo, las técnicas tradicionales, basadas en una síntesis laboriosa, ralentizan esta carrera.
La novedad, desarrollada por un equipo de la Universidad de Pekín, se basa en la metilación. Esta modificación química permite codificar directamente información binaria en el ADN sin alterar su secuencia. Una base metilada equivale a un 1, mientras que una base no modificada representa un 0.
Inspirados en la herencia epigenética natural, los investigadores han diseñado un sistema en el que fragmentos de ADN, llamados ladrillos, se ensamblan para formar un modelo único. Cada uno de estos ladrillos está compuesto por 24 nucleótidos (incluyendo sitios de citosina para la metilación), y permite codificar un bit de información, creando un conjunto estable y legible gracias a tecnologías avanzadas de secuenciación.
El proceso recuerda al de las prensas de imprenta: a partir de un modelo universal de ADN, los ladrillos, comparables a los caracteres móviles de las imprentas o a los sellos de tinta, se alinean para formar los datos. Una enzima, la metiltransferasa, actúa como el entintador, imprimiendo la información en la matriz de ADN.
La eficacia del método se demostró con pruebas visuales. Los investigadores lograron codificar y recuperar una imagen compleja de un tigre y una foto de un panda, con un total cercano a 270 000 bits de datos. Allí donde los métodos antiguos tomaban horas, esta técnica permite procesar simultáneamente 350 bits en cuestión de minutos.
La accesibilidad de esta innovación es otro logro destacable. Una plataforma llamada iDNAdrive permitió que 60 voluntarios completamente novatos codificaran y recuperaran sus propios datos. Mezclando simplemente los reactivos en un tubo, obtuvieron resultados con una precisión del 98,58 %, haciendo que esta tecnología sea accesible mucho más allá de los laboratorios.
Los investigadores ahora desean mejorar este método, especialmente aumentando la velocidad de escritura y explorando otras modificaciones del ADN para incrementar la densidad de almacenamiento. Si estas ambiciones se concretan, el ADN podría reemplazar los discos duros actuales en aplicaciones que van desde archivos digitales hasta datos sensibles.
Esta técnica, que combina biología e informática, podría redefinir nuestra forma de preservar la información y ofrecer una solución sostenible frente a la explosión de las necesidades de almacenamiento.