Los padres aman a todos sus hijos, pero algunos parecen privilegiar a uno más que a los demás. Un estudio reciente explora las razones detrás de este favoritismo, revelando tendencias sorprendentes relacionadas con el género y la personalidad.
Los investigadores de la Universidad Brigham Young, en Estados Unidos, llevaron a cabo un amplio estudio para comprender los mecanismos del favoritismo parental. Sus trabajos, publicados en la revista
Psychological Bulletin, muestran que este fenómeno no es trivial y puede influir en la salud mental y las relaciones familiares.
El papel del género en el favoritismo
Contrariamente a las ideas preconcebidas, las hijas son más favorecidas que los hijos. Los padres, ya sean madres o padres, tienden a brindar más atención y apoyo a sus hijas.
Esta preferencia podría explicarse por estereotipos culturales relacionados con la docilidad y la sociabilidad, a menudo asociadas con las niñas. Los investigadores señalan que estos comportamientos suelen ser inconscientes y están influenciados por normas sociales.
La personalidad, un criterio determinante
Los hijos concienzudos, es decir, responsables y organizados, también tienen más probabilidades de ser favorecidos. Los padres los encuentran más fáciles de manejar y reaccionan más positivamente a sus comportamientos.
Por el contrario, los rasgos de extraversión, a menudo valorados socialmente, parecen menos influyentes en el ámbito familiar. Los investigadores destacan que la facilidad para manejar a un hijo juega un papel clave en estas preferencias.
Las consecuencias del favoritismo
Los hijos menos favorecidos pueden sufrir de una salud mental debilitada y de relaciones familiares tensas. Los investigadores subrayan la importancia de tratar a todos los hijos de manera equitativa para preservar su bienestar.
Esta toma de conciencia puede ayudar a los padres a corregir comportamientos a menudo inconscientes. Los expertos recomiendan prestar una atención especial para evitar impactos negativos a largo plazo.
La autonomía de los mayores
Los hijos mayores suelen disfrutar de una mayor autonomía, probablemente debido a su madurez percibida. Sin embargo, esta libertad no se traduce necesariamente en un trato preferencial.
Los investigadores insisten en la necesidad de comprender estas dinámicas para evitar impactos negativos a largo plazo. La equidad en el trato de los hijos sigue siendo un desafío para su desarrollo.