Excavar en su jardín para plantar flores y encontrarse con vestigios de una era glaciar: esta es una escena digna de una novela, que se ha convertido en realidad. En Scotchtown, en el estado de Nueva York, una mandíbula de mastodonte de miles de años de antigüedad ha salido recientemente a la luz.
Todo comenzó con dos dientes masivos sobresaliendo ligeramente del suelo. Intrigado, el jardinero aficionado decidió excavar un poco más y descubrió una mandíbula casi intacta. Este tesoro prehistórico estaba acompañado de fragmentos óseos, entre ellos un trozo de costilla y un fragmento de dedo del pie. Consciente del valor de su hallazgo, el hombre contactó de inmediato a especialistas locales.
Los expertos del Museo del Estado de Nueva York y de la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY) confirmaron rápidamente la importancia del fósil. La mandíbula pertenece a un mastodonte adulto, una especie emblemática de América del Norte que se extinguió hace unos 13 000 años. Esta mandíbula es la primera encontrada en el estado de Nueva York en más de una década.
¿Pero por qué tal emoción? La mandíbula perfectamente conservada ofrece una mina de información. Gracias a análisis isotópicos y a la datación por carbono, los investigadores esperan determinar la edad exacta del animal, sus hábitos alimenticios y su papel en el ecosistema de la época glaciar.
El mastodonte, un pariente lejano del elefante, difería de su primo el mamut. Mientras que este último estaba adaptado para pastar hierba, el mastodonte trituraba ramas y vegetales leñosos gracias a sus dientes en forma de conos. Esta dieta particular revela un estilo de vida boscoso, adaptado a los climas variados del Pleistoceno.
Este descubrimiento también arroja luz sobre las interacciones entre la megafauna y los primeros humanos. Sitios cercanos, como las cuevas de Dutchess Quarry, han entregado herramientas que datan de la misma época. Estas evidencias sugieren una posible coexistencia, e incluso una explotación de estos animales por parte de los cazadores-recolectores.
Más allá del animal, es toda una época lo que se revela. Los glaciares cubrían entonces una parte del continente, y los puentes terrestres aún conectaban Asia con América a través del estrecho de Bering. Este clima extremo moldeó migraciones y extinciones, dejando huellas indelebles en la historia de la Tierra.
En 2025, esta mandíbula se unirá a las colecciones del Museo del Estado de Nueva York. Expuesta al público, ofrecerá una oportunidad única de explorar la ecología y los misterios de los tiempos glaciares, mientras recuerda la fragilidad de los ecosistemas frente al cambio.