Los bosques amazónicos y atlánticos (ubicados a lo largo de la costa de Brasil), separados por zonas áridas, comparten varias especies de árboles. Durante mucho tiempo, los científicos pensaron que estas migraciones habían ocurrido durante períodos climáticos más húmedos. Una nueva investigación muestra que los ríos juegan un papel clave en esta dispersión, actuando como corredores ecológicos naturales.
El papel desconocido de los ríos
Los investigadores descubrieron que las semillas de los árboles, transportadas por los cursos de agua, colonizan gradualmente los bosques atlánticos. Este fenómeno, llamado hidrocoria, permite que las especies atraviesen regiones que de otro modo serían hostiles. Los ríos se convierten así en "autopistas" para la biodiversidad.
Esta dispersión ocurre a lo largo de milenios, con generaciones de árboles creciendo a lo largo de las riberas. Las semillas, flotando en la superficie, recorren largas distancias antes de enraizarse en nuevos hábitats. Este proceso lento pero constante explica la presencia de especies comunes en ambos bosques.
Una migración principalmente unidireccional
El estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B, se centró en 164 especies de árboles del género Inga. Los análisis genéticos mostraron que la mayoría de las migraciones se producen desde la Amazonía hacia los bosques atlánticos. Solo unas pocas especies han realizado el viaje inverso.
Esta asimetría se explica por el tamaño de la Amazonía, que produce más semillas. Los investigadores identificaron entre 16 y 20 casos de colonización exitosa, distribuidos a lo largo de millones de años. Estos resultados cuestionan la idea de que estas migraciones estaban relacionadas con períodos climáticos específicos.
Mapa de los principales biomas de América Latina que muestra la distribución discontinua de los bosques tropicales húmedos y la diagonal seca en América del Sur. Las ocurrencias de Inga (círculos grises, 39 312 registros validados) están superpuestas. Los bosques tropicales y de nubes están en verde, los biomas secos (sabana, bosque seco, chaco, praderas inundables) en naranja. Las flechas indican las conexiones históricas o actuales entre la Amazonía y la Mata Atlántica: azul (ruta NE), rojo (ruta SE-NO), amarillo (bosques de galería a través de los biomas secos). Las flechas gruesas resaltan la importancia de las rutas NE y SE-NO.
Implicaciones para la conservación
Los bosques atlánticos, aunque más pequeños que la Amazonía, albergan una biodiversidad excepcional. Cuentan con aproximadamente 3 000 especies vegetales más que su vecina amazónica. Sin embargo, solo el 20 % de su superficie original subsiste hoy en día.
La protección de los bosques ribereños es esencial para mantener estas conexiones ecológicas. Los investigadores destacan la importancia de preservar estos corredores naturales, que permiten a las especies adaptarse a los cambios ambientales.
Para profundizar: ¿Qué es la hidrocoria?
La hidrocoria es un mecanismo natural de dispersión de semillas por el agua. Este proceso permite que algunas plantas, en particular los árboles, colonicen nuevos hábitats distantes gracias a los cursos de agua. Las semillas, a menudo equipadas con estructuras flotantes, son transportadas a largas distancias antes de enraizarse.
Este fenómeno es particularmente importante en los ecosistemas fluviales y costeros. Explica cómo las especies vegetales pueden atravesar zonas hostiles, como regiones áridas, para llegar a entornos más propicios para su crecimiento.
La hidrocoria juega un papel clave en la conectividad de los ecosistemas. Permite que los bosques separados por barreras geográficas compartan especies comunes. Este proceso es esencial para mantener la biodiversidad y la resiliencia de los hábitats naturales.
Finalmente, la hidrocoria subraya la importancia de preservar los cursos de agua y los bosques ribereños. Estos corredores naturales son vitales para la dispersión de especies y su adaptación a los cambios ambientales, especialmente en un contexto de deforestación y calentamiento global.