Los científicos están comenzando a comprender mejor las dinámicas entre los depredadores y las presas marinas. La observación de una escena espectacular de caza de bacalaos contra capelanes en las aguas de Noruega revela comportamientos inesperados.
Los capelanes, pequeños peces del Ártico, se agrupan cada año para reproducirse. Esta migración atrae a sus depredadores, los bacalaos atlánticos, quienes siguen este festín a gran escala.
En febrero, durante la temporada de desove de los capelanes, un equipo del MIT y de investigadores noruegos siguió sus desplazamientos a lo largo de decenas de kilómetros gracias a una técnica acústica innovadora. Al formar una gigantesca masa móvil, estos capelanes crean una especie de "punto caliente ecológico" que atrae a los bacalaos.
Gracias a la imagen acústica, los científicos observaron el acercamiento de los bacalaos, quienes también se agrupan, formando su propio banco coordinado. En unas pocas horas, cerca de 10,5 millones de capelanes fueron devorados en una escena de depredación masiva, la más grande jamás documentada, cubriendo una zona impresionante.
A pesar de la magnitud de este evento, este banco representaba solo el 0,1 % de la población de capelanes de la región. Sin embargo, el calentamiento global podría afectar este frágil equilibrio al forzar a los capelanes a migrar más lejos para reproducirse, exponiéndolos aún más a estos ataques.
Investigadores siguieron la migración de los capelanes y los bacalaos, observando cómo millones de capelanes eran devorados en solo unas pocas horas. Crédito: Nicholas Makris et al
El capelán juega un papel clave en los ecosistemas marinos. Una vigilancia precisa de su comportamiento es crucial para la preservación de esta especie y su entorno. El equipo de Nicholas Makris, profesor de ingeniería mecánica y oceánica en el MIT, subraya que eventos de depredación como este pueden desequilibrar el ecosistema local en solo unas pocas horas.
Este estudio se basa en datos de una misión marítima de 2014, donde los investigadores utilizaron el sistema OAWRS, una tecnología de imagen acústica que cubre vastas áreas. Identificaron las especies presentes: los capelanes resonaban como vibraciones altas y los bacalaos como vibraciones bajas.
El 27 de febrero de 2014, por la mañana, los capelanes ya se estaban agrupando, formando una onda coordinada. Al formar bancos masivos, economizan energía para largos desplazamientos, pero estas concentraciones también los hacen más vulnerables a los depredadores.
Los científicos planean desplegar el sistema OAWRS para estudiar otras especies con el fin de comprender estas interacciones masivas en alta mar. Según Makris, este tipo de investigación es vital para anticipar colapsos ecológicos repentinos en las poblaciones de peces que dependen de estas concentraciones.